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INTRODUCCIÓN Algo tiene la parroquia cuando, a pesar de las dificultades experi– mentadas en los años posteriores al Vaticano II, ha sobrevivido. En la década de los '70, de ser considerada una entidad frágil e innece– saria, ha pasado a ser estimada como una estructura necesaria e im– prescindible en la vida de la Iglesia y de su acción pastoral, en la vi– vencia de la fe y en la pertenencia a la Iglesia universal. La parroquia es valorada por su universalidad: espacio de acogida donde todos caben. Es la referencia natural, incluso para muchos no creyentes. Propicia la socialización, puesto que está integrada en el entorno. Su oferta de sentido y de compromiso social, además de su especificidad religiosa, hace que sea conocida en el entorno y favo– rezca el desarrollo humanizador. El futuro de la parroquia está en la calidad de vida cristiana de sus miembros. Calidad que no se mide por el número de los mismos ni por la relevancia de sus acciones sino por su capacidad de renova– ción. Podemos considerar, por tanto, que la parroquia es el ámbito ordi– nario donde se nace y se crece en la fe. Es un espacio muy adecuado para la vivencia de la fe en todos sus ámbitos: escucha de la Palabra de Dios, celebración litúrgica, donde se construye la comunión, se ejerce la diaconía y el servicio a los pobres y se siente uno enviado a evangelizar. La parroquia está llamada a ser una casa de familia, fra– terna y acogedora. IDEARIO DE LA PARROQUIA CAPUCHINA 5

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