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donde se viva la auténtica fraternidad cristiana. Este hecho lleva consigo dos exigencias: - Acoger y educar la diversidad. - Promover el encuentro y la convivencia. El carisma franciscano no sólo puede impulsar a la parroquia en la búsqueda de los caminos del Espíritu, sino que, a través de su vida y actividad pastoral, colabora con la Iglesia para ayudarla a ser media– ción del Reino y signo de la misericordia y salvación del Señor. Tiene sus exigencias propias a la hora de ser, estar y servir. El ejercicio de la actividad pastoral en la parroquia franciscana ha de reflejar nues– tro proyecto comunitario: vivir, testimoniar y anunciar el Evangelio al modo de Francisco. Lo importante es ser conscientes de nuestro carisma y que las actividades, estructuras, ambientes, relaciones y contextos no desfiguren ante los demás las características de nues– tra propia vocación. La primera y principal misión es la vida fraterna como sujeto de vida evangélica y testimonio de anuncio evangeliza– dor. Carisma y pertenencia son dos conceptos y realidades que han de articularse en la práctica, asumiendo las posibles tensiones que puedan surgir. El carisma hace alusión a nuestra identidad vocacional con sus par– ticularidades y limitaciones. La pertenencia es una condición común a todos los miembros de una misma iglesia local en orden a la cons– trucción de la misma. Nuestra pertenencia ha de ser profunda y ple– na, pero al mismo tiempo ha de ser desde la fidelidad a la identidad del carisma. Vivir nuestra pertenencia en la iglesia solo desde nues– tro carisma nos puede convertir en una isla, en un gueto. Vivir esa misma pertenencia sin especificación propia llevaría a ignorar las peculiaridades de nuestro carisma con el peligro de diluir nuestra identidad y empobrecer por ello a la misma iglesia. Siempre se podrá argumentar que donde estamos y con los que ser– vimos se hace mucho bien ... Pero no es propio de un carisma especí- IDEARIO DE LA PARROQUIA CAPUCHINA 13

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