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3. LA PARROQUIA FRANCISCANA La dificultad no está en asumir o no el ministerio parroquial, sino en cómo desarrollarlo desde nuestra condición de hermanos menores. El ministerio pastoral en las parroquias debe ser, pues, asumido, como una expresión evangelizadora en la que deben resplandecer los elementos específicos de nuestro carisma. Desde la reflexión sobre los documentos del magisterio, el principal apostolado de los religiosos es la vida fraterna en común. De ahí, que la primera característica de la parroquia franciscana es la vivencia de esa fraternidad ad intra y trabajar para que la parroquia esté es– tructurada en unas relaciones mutuas que favorezca el seguimiento de Jesús como hermanos. Por tanto, hemos de estar sobre aviso para salvaguardar la identidad de nuestra fraternidad religiosa. En nuestro caso, por el bien de la Iglesia particular, es conveniente que la parroquia exprese toda la riqueza del carisma franciscano y abra a la comunidad cristiana a otros horizontes de espiritualidad y apostolado. La vida fraterna en sí misma es un valor. En este mundo individua– lista, de poca relación y escaso calor humano y religioso, la fraterni– dad es un signo para la sociedad de hoy. Estamos llamados a crear comunidades parroquiales donde se respire alegría y optimismo, además de la participación y la corresponsabilidad. En nuestra colaboración, es necesario crear un clima propicio que favorezca nuestra identidad capuchina y la vida diocesana, de modo que la parroquia exprese la pluralidad carismática que ya estuvo presente desde el inicio en la Iglesia. Por nuestra parte, el apostolado parroquial nos exige aprender a renovarnos para evangelizar mejor. Antes de hablar de las caracte– rísticas de la parroquia franciscana señalamos las características de nuestra fraternidad con el fin de que la actividad parroquial sea con– secuencia de nuestra vida. IDEARIO DE LA PARROQUIA CAPUCHINA 11

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