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6 De todas fué padre amantísimo y fervoroso honrador; pero ninguna le debe tan profundo reconocimiento ni le mereció tan singular predilección como la nuestra. « Poseído su corazón del espíritu de Dios, dice un historiador del Beato ( I ), se estaba abrasando" en las lla– mas de la más ardiente caridad con el redil cuya vigilan– cia y custodia le confió el Señor; procuraba atender á su bien espiritual por cuantos medios podía, y uno de ellos fué depararle~ nuevos ejemplares de perfección y santi– dad que imitar entre los muchos y excelentes que en aquellos dorados siglos florecieron en toda su diócesis. Tales fueron los religiosos Capuchinos.» · Dióselos á conocer al Patriarca el Beato Nicolás Fac– tor, de la regular Observancia de San Francisco N.· P., cordial amigo y compañero muchas veces del Beato Juan en sus tareas apostólicas· acerca de los moriscos y su re– ducción á nuestra santa fe. Por altos designios de la Pro– videncia dejó el hábito de su reforma y se agregó á los religiosos capuchinos de Cataluña, de quienes se separó á la vuelta de algún tiempo para regresar á su _primitiva Orden, pero constituído ya en heraldo de las grandes vir– tudes y admirable vida que los referidos religiosos practi– caban. Sus constantes elogios entusiasmaron de tal modo al fervoroso Patriarca, que sin demora escribió á N. P. Ge– neral Fr. Jerónimo de Sorbo, suplicándole encarecida~ mente se sirviese destinar al Reino de Valencia algunos religiosos ele su Orden, para la mayor gloria de Dios y aprovechamiento espiritual de sus fieles, prom"etiendo dis– pensarles la más decidida protección. Devorando sinsa- ( r) Fr. Juan Jiméncz, Vida del B eato 71tcm de R ibera, libro tercero, ca– pítulo xr.

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