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II/A. Comienza la segunda parte XVI. PRÓLOGO 1. En el opúsculo anterior de nuestro estudio, que por la gracia y virtud del Altísimo hemos podido llevar hasta el fin , hemos expuesto, con humilde devoción, la vida y obras de nuestro beatísimo padre y hermano Antonio, después de haber verifi– cado su veracidad. 2. En la parte que sigue, hemos creído que se deben incorporar las admirables cosas que el Dios de la majestad se dignó obrar en él y por él desde el día de su muerte en adelante , según nos fueron contadas por varones dignos de toda con– fianza . 3. Sin embargo , porque no hemos podido saber todo y para no crear fastidio a los lectores por la multitud de milagros , nos hemos propuesto anotar sólo aquellos que son más impor– tantes para que la devoción de los fieles pueda dar gloria a Dios. Y los que quieran decir más para la edificación de la fe , siempre podrán encontrar el modo de hacerlo. XVII . DE SU MUERTE l. En el año de la encarnación del Señor 1231, el día 13 de ju– nio, sexto de la semana, el beatísimo padre y hermano nues– tro Antonio, de nacionalidad hispana, en la ciudad de Padua, en la que el Altísimo enalteció su nombre por medio de él, junto a Cella, en la residencia de los hermanos, emprendien– do el viaje de todos los mortales, voló felizmente a la man– sión de los espíritus celestiales. 2. Este , habiendo ya dejado hacía algún tiempo las muchedum– bres de los pueblos que acudían de todas partes para verle y oírle, se había retirado de la ciudad de Padua al Campo de San Pedro para encontrar tranquilidad y dedicarse exclusiva– mente a Dios , deseando purificar con las lágrimas de la devo– ción y de la santa meditación el polvo que se le hubiera ad– herido, como suele acontencer, por el contacto con las gen– tes del mundo . 72

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