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diatamente después de la muerte del Santo, y que por nuestra parte la hemos suprimido aquí, quedándonos solamente con el acontecer del vivir de San Antonio. Fueron tantos los milagros de aquel primer tiempo, y tan– tos los que se le atribuyen ahora, que tanta fama de milagro– so, parece ocultarnos a todos su real vivir en carne y hueso, y será por eso que hemos preferido detenernos en la hora de su muerte. En los años siguientes de ese mismo siglo 13, fueron apa– reciendo otras biografías, completando a la primera y aña– diendo más milagros, así la Segunda Vida , Diálogo de santos franciscanos , Leyenda Florentina , Raimundina, Rigaldina, y luego ya una infinitud de ellas hasta nuestros días, pero todas tienen muy en cuenta esta primera fuente, y fuente la más ve– raz, que aquí presentamos. Los dibujos, quizá como cierto acompañamiento a la lectu– ra, o para que las páginas no fueran tan breves, pero dibujos que muy bien pueden pasarse por alto. 7 Antonio de Oteiza Gijón

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