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8. Conseguido finalmente el lugar de paz, el siervo de Dios, An– tonio, se retiraba a la mencionada celda cada día después de concluida la oración matinal en comunidad, llevando consigo un poco de pan y un vaso de agua. 9. De esta manera pasaba el día en soledad obligando a la car– ne a servir al espíritu; sin embargo, conforme a los estatutos de la sagrada observancia, siempre regresaba a la hora de la reunión. 49

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