BCCCAP00000000000000000000558

contra de lo que se suele entender, no se acerca nunca al Evangelio con una especie de literalismo burdo y superficial, sino que su lec– tura es "espiritual", buscando siempre el sentido que lleva dentro. Francisco era un hombre práctico. Si había optado por el Evangelio no era sólo para conocerlo intelectualmente, sino sobre todo para practicarlo. Sin embargo es de sobra conocido que toda práctica supone un posicionamiento. Por eso hay que preguntarse desde dónde vivió Francisco el Evangelio o qué imagen se hizo de él a la hora de organizar su vida. Los Sinópticos traen unos "dichos" de Jesús que proponen a los discípulos un tipo de seguimiento desarraigado y radical, como puede ser este de Lucas: "Si uno quiere ser los de los míos y no me prefiere a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a sí mismo, no puede ser discípul mío" (Luc. 14, 26). Pues bien; casi todos los "dichos" radicales que aparecen en los Sinópticos están también en los escritos de Francisco; lo cual quiere decir que la imagen del Jesús histórico que nos trasmiten los Evangelios es la que percibíó Francisco y la que sirvió para or– ganizar su vida evangélica y la de su Fraternidad. El evangelismo de Francisco se concreta en una espirituali– dad de seguimiento. Pero cuando Jesús llama no es para compartir una ideología, aceptar un conjunto de verdades teóricas o seguir unas normas morales. Jesús llama a sus discípulos "para que estén con él y enviarlos a predicar" (Me. 13-15). Por lo tanto, el segui– miento va más allá de una convivencia íntima con Jesús; implica también la misión y el trabajar para que el hombre se abra a Dios y encuentre su realización. La participación en la vida y trabajo de Jesús conduce in– defectiblemente a la participación en su mismo destino. A través de todo el Evangelio cruza la idea que el destino de Jesús es la muerte violenta, concretamente la muerte de cruz. Pero también aparece de forma constante la imagen de que el discípulo no es mayor que su maestro; por lo tanto, el que quiera seguir a Jesús tiene que asumir y seguir ese mismo destino cargando con la cruz (Mt. 10, 38). 8

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz