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Esto se nota en el arte. El Cristo que había venerado el pueblo hasta entonces era el Cristo mayestático, lejano y domi– nador. Los rasgos de dolor y sufrimiento que acompañaron la vi– da terrena de Jesús son oscurecidos o vistos como signos de glo– ria, acentuando así su divinidad en detrimento de su humani– dad. Este Cristo apocalíptico va dando paso, poco a poco, a un Jesús más humano. Los maestros que hacen las nuevas iglesias y catedrales plasman en piedra la nueva sensibilidad espiritual de la cristiandad, la nueva imagen de Dios, el Cristo vivo del Evangelio, el Jesús terreno. Pero las expresiones de la humanidad de Cristo no se redu– cen a la pintura y escultura. Muy pronto aparecen los "Misterios" con sus temas preferidos sobre la Navidad, la pasión y resurrec– ción de Cristo. La presentación de la Navidad que hizo Francisco en Greccio responde a esta tradición de los dramas litúrgicos o "Misterios". Las peregrinaciones a Tierra Santa son otro elemento de la nueva espiritualidad evangélica. La liberación del sepulcro de Jesús y el continuo fluir de peregrinos que se lanzan cada año ca– mino de Jerusalén, harán que la religiosidad se vaya alimentando de ese evangelismo que aportan los Santos Lugares en donde Cristo vivió, sufrió y murió. Las cruzadas, además de favorecer este contacto directo de los peregrinos con los lugares descritos en los Evangelios, fueron también una ocasión para conocer un arte religioso, el original, que acentuaba la expresión humana de la divinidad. Los saqueos de las iglesias tuvieron como consecuencia la apropiación de muchas pinturas y reliquias, sobre todo de la pasión, que, una vez reparti– das por todo el occidente, contribuyeron a humanizar todavía más las devociones de los fieles. La teología escolástica, encabezada por S. Anselmo, también se hizo eco de esta nueva espiritualidad al preguntarse "Por qué Dios se hizo hombre"; pregunta que sirve de título a una de sus– principales obras. Sin embargo es S. Bernardo el que más influyo en la humanización de la cristología. En sus sermones y comenta- 4

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