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D li R. l'. SIL Y E R I O D 1~ Z O R I T _\ No me digas que él no se entrometerá para nada en tus creencias. No pienses así. Tal vez los primeros días de casados, tal vez los primeros meses, la ilusión y el amor primero sepan disimular, y hasta ocultar, esa antinomia de dos almas, pero no tardando mucho la realidad se im– pondrá. ¿Cómo vas a comenzar tu día con una oración que él al principio recibirá con frialdad y después ter– minará por despreciar? ¿Cómo vas a ir a cumplir con tus deberes religiosos el domingo, dejando en la cama o en la puerta del templo al que es parte de tu corazón? ¿Cómo soportar unidos las dificultades de la vida si no coincidís en los mismos principios, si tú no puedes elevar su cora– zón a un orden sobrenatural en el que no cree? Hasta para la felicidad temporal de tu hogar es ne– cesario que él sea religioso. Tanta importancia tiene esto que la Iglesia, Madre sapientísima, ha puesto, entre los impedimentos del matrimonio, dos que se refieren a la diversidad de creencias religiosas entre los contrayentes: el de mixta religión y el de disparidad de cultos, y para dispensar de ellos, lo hace con grande dificultad y exi-– giendo para la parte católica ciertas garantías. Todo esto demuestra la gran importancia que tiene la religión en aquellos que se quieren unir con el vinculo del santo ma trimonio. --Mi novio, me dirás, no es ateo; al contrario; es bue– no, cree en Dios. Lo único que tiene es que es un poco frío en cumplir con sus deberes religiosos. ¿Y crees tú que después de casado va a cambiar de parecer y de forma de obrar? Decía Luisa a Pepe: «Mira, a las mujeres lo que no::; halaga es que por nuestro cariño se transformen los hom– bres en otros. El cariño es siempre revolucionario, y para el caso lo mismo da que diga la gente: «Fulanito, que era .tan simple, cómo se va avispando desde que usted le quie– re»; o que diga: «Menga.nito, un hombre de talento, qué tonterías hace desde que se ha enamorado». Por eso, yo no me casaría con un santo. ¿Qué iba yo a cambiar en un santo? Pero un hombre así. .. , algo extraviado ... , que se dejara convertir poco a poco. ¡Qué bonito! Querer a un

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