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¿QUIEN EH.ES 'l'U? 9 Por eso él debe ser trabajador. El trabajo, aparte del bien material que reporta, es una obligación impuesta por Dios. Si el hombre no trabajase, el caos no tardaría en adueñarse del mundo. Además tu hogar tendrá gastos ordinarios y extraor– clin1rios, y esos gastos sólo se podrán cubrir honrosamen– te si tu esposo es trabajador. No mire:.; cuando el amor llame a tu puerta, si trae en las manos muchos billetes de Banco, heredados con un apellido; mira más bien si esos billetes han ido sumándose a fuerza de sacrificio y de trabajo personal. Los títulos y las herencias pueden ser víctimas de un revés de fortuna, el valor del trabajo nadie puede arrebatarlo .ni destruirlo. Que él sea traba– jador, que sepa ganar el pan con sns manos, y ten la certeza de que a las puertas de tu hogar jamás llamará ni el hambre, ni la miseria. Los religiosos De intento he dejado para el final el mejor vino, como el maestresala del Evangelio. Quiero decir que él debe ser, ante todo, religioso, porque si le falta esta cualidad todas las demás no sirven para nada. Un hombre religioso es el mejor tesoro que puedes lle~ var a tu hogar. Pídeselo al Señor para que, el hombre que ha de ser tu compañero durante la vida sea, ante todo y sobre todo, religioso. Se ha comparado, y con razón, el hogar a un templo ¿Y concibes tú un templo donde no se practiquen actos de religión? ¿Le concibes sin que en él ejerza sus minis terios un sacerdote? Pues en el templo de tu hogar él ha de ser el sacerdo te y tú la sacerdotisa. Debéis, pues, convenir los dos en las mismas creencias. ¿No lo comprendes? Si él tiene to– das las cualidades de que antes te he hablado, pero no es religioso, tu felicidad, la suya, y la de tus hijos, que– dará tronchada en sus mismas raíces. ¿Cómo va a haber felicidad verdadera entre dos corazones que comienzan por no coincidir en lo que más llena el corazón de con– suelo?

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