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;,COMO NACIO ESTE LIBRO? No hace mucho tiempo viajaba yo camino de la sierra de Gnadarrama. La salida de Madrid me produjo una ex– traña impresión, muy parecida, sin duda, a la que experi menta el preso al salir de la cárcel, o el jilguero al huir de la jaula... Aglomeración de público, risas de la gente joven, ani– mado conversar de los hombres de negocios, seüal del jefe de estación ... y el tren que emprendió, una vez más, su marcha febril con su eterno cantar de girar de ruedas. En mi departamento viajaban algunos jóvenes de ambos sexos. Por su vestimenta comprendí que iban a esquiar ... Ellos hablaban con aire de suficiencia, haciéndose los in– geniosos y a veces los despistados... Ellas reían las ocu– rrencias de sus compañeros, y a veces tomaban también parte en la conversación. Las risas de ellas no me choca– ron mucho. No las di importancia ... ¡He visto reir a tan– tas mujeres! ¡Bueno! ¿A tantas? A la edad de mis com– pañeras de viaje a todas. Dieciocho veinte abriles no pue– den hablarnos ~ás que de risas y de alegrías. Mientras ellas y ellos reían y hablaban yo abrí un li– bro, pero, si he de ser sincero, confieso que más que el libro 111:e interesaba aquella escena repleta de juventud y de optimismo. A los pocos minutos de iniciado el viaje observé que una de las más jóvenes bajó de la red del coche algunos paque– tes ... Lo mismo hicieron sus compañeros, y en un santiamén se inició una comida variadísima. Bocadillos de jamón, tor– tilla española, fruta, dulces... El comer a aquellas horas no era por necesidad precisamente, sino por ser una prue-

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