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:S 6 H . P S I L \' l•J H I O D 1•; Z O R I T A bre al que hay que descubrir los secretos más íntimos del corazón, y, no cabe duda, que en el corazón de toda mujer hay delicadezas que no se logran manifestar sin cierto rubor y sin mucho sacrificio. Por esta razón el director espiritual debe ser extrema– do en delicadeza con las almas que el Señor le encomien da, debe ser profundamente discreto debe tener la difi– cil ciencia de entender a medias palabras para que la ver– güenza natural femenina no quede martirizada, más aún. debe adivinar lo que se le quiere decir, para de esta ma– nera ahorrar explicaciones que ni al director ni a la di– rigida les son necesarias. Tratándose, sobre todo. de cier– tos temas delicados, el director debe pecar, como acon– seja muy sabiamente la Iglesia, más de ignorante que de demasiado listo. Debe ser discreto, no sólo en las palabras, ,;ino también en los consejos, y hasta en las insinuaciones. Un director espiritual que sea asi es un tesoro. Experimentado En segundo lugar debe ser el director espiritual expe– l'imentado en las ciencias del espíritu. No se puede improvisar un director, como no se impro– visa un abogado o un mecánico máxime cuando se trata de resolver casos difíciles. El di~ector debe ser experimen– tado, bien con la experiencia personal, bien con el estu– :iío y la reflexión. ¡ Cuántas veces un alma que fué en busca de tranqui– lidad y de luz por dar con un director sin experiencia se retiró del Santo Tribunal con el corazón más acongojado, y la mente más entenebrecida! ... Al llegar aquí te oigo que me preguntas: ¿Y quién ser:1 el director experimentado para buscarle y abrirle de par en par la puerta de mi alma? Hablando en general. la experiencia se supone más en e} sacerdote de edad madura que en el joven. Por eso, en igualdad de circunstancias, debes preferir el anciano al joven. Esto no quiere decir que no haya jóvenes que no puédan ser directores espirituales mejor que muchos

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