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!{ I' s l L ,· E R l O ll E 7; O R I T A - -Bueno es poco, buenísimo. Todo lo que se diga es nada en comparación de la realidad. --Estás entusiasmadísima. ---Figúrate. ¡Me quiere tanto! ... --Te felicito, chica, y a ver cuándo nos d:1s ya el ale- grón. Amada joven, toda mujer a tu edad sueña con el amor. Desea amar y ser amada. ¿No es verdad que tü misma eres dichoso testigo de esta verdad tan antigua y tan nueva que, a pesar de repetirse tantas veces, todos creen haberla descubierto? La juventud es pródiga en ilusiones y, sobre todo, en ilusiones de amor. Cada joven realiza en su co– razón esa hermosa novela en la que no falta el galán hermoso, los vestidos deslumbrantes, los palacios suntuo sos y Ias músicas embriagadoras. Toda joven escribe, sin tinta y sin papel, esa novela de color rosa, y la guarda con riguroso secreto, ¡y no sabe que todas las mujeres, a su edad, la han escrito también y se han ensimismado en ella! El amor es la gran palanca que mueve el univer– so. y alrededor del amor van dando vueltas, como en el é<Paraiso de El Dante, esos millones y millones de seres que han poblado y seguirán poblando el mundo. Pero ¿será verdad que existe el amor? ¿No será una bella ficción a la que hombres y mujeres se Pntregan lo– camente, porque Ps m.uy dulce Pl amor? --¿Existe el amor? -Pues sólo faltaba que no existiese, contestas tú al- borozada- Y no obstante tu rotunda afirmación, alguien escribió estos versos. Ni amor canto, ni hermosura, porque ésta es un 11Cl1W aliño, y además, aquél una sombra oscurn ... ---¿No es más que sombra el cariño? --Nada más. (CAMPOAMOR.)