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¿Existe el amor?. Amada joven. A, través de las páginas que acabas de leer has visto virtudes y vicios, defectos y encantos de tu alma de mujer. No eres ángel, ni eres demonio, porque si es verdad que tienes defectos, también tienes virtudes hermosísimas. No eres más que mujer, y si lo eres, de verdad, has cumplido a maravilla el fin para que Dios te ha colocado en el mundo. Pero como mujer tienes una misión, misión la más su– blime, de la cual proceden esas virtudes y esos defectos. Tu misión es ser madre. Y a esa misión :-;ublime pre cede siempre un heraldo, un embajador, que prepara el camino. Ese embajador, delicado y fino, se llama AMOR Al leer esta palabra estoy seguro que tus ojos se han iluminado, tu corazón ha latido con celeridad, tu pensa– miento ha volado rápidamente al lado de un ser que ha hecho brotar en tu alma ese sentimiento. Una escena de tantas Isabel y Ana María se encontraron en una casa de modas. Fué una casualidad, pues ninguna de ellas espera– ba el encuentro. Pasados los primeros saludos, se entabló esta conver– sación: -¿Y qué me dices de tus amores'?- -preguntó Isabel con una &onrísa maliciosa. -Pues, chica, siguen adelante---contestó Ana María----. Y no necesito decirte por qué. Tú ya le conoces ... -Siempre me ha parecido un buen chico.

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