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69 nocen muy bien de estas volubilidades femeninas; por eso, cuando después de hacerles sacar una infinidad de prendas, se marchan sin comprar nada, las despiden con esa sonrisa artificial que dice bien a las claras el mal rato que les han hecho pasar. Ordinariamente la mujer se fía más del gusto de las amigas o del comerciante que del suyo propio; por eso tiene ordinariamente en los la. bios esa frase que es toda una expresión de su volubilL dad: <<Esto se lleva ahora. Lo vi en casa clP fulana: la se flora de X así lo tiene.;, La ociosidad otra de las causas que má¡.¡ influyen en la ligereza ft'· menina es la ociosidad. La. ociosidad, que es madre de to. dos los vicios, no podía dejar de serlo de este tan señala do en la mujer. La mujer ociosa es como el agua estancada, que crüi, toda clase de podredumbre. Ejemplo de ligereza, causado por la ociosidad, lo tene. mos en la plimera mujer. Si Eva no hubiera estado ociosa es seguro que no hubiera cedido a las insinuaciones del tentador, pero aquel paseo, aquel quedarse mirando como extasiada el fruto del árbol prohibido, fué causa para que el enemigo la hiciese la infame proposición. Esta caída ele la primera mujer ha tenido a través de la historia de la humanidad infinidad de imitaciones. La ligereza de Salomé. hija de Herodías. cortó la cabeza de San Juan Bautista. La ligereza de Elena encendió la guerra entre griegos y troyanos; la de Cleopatra, entre Marco Antonio y Octavio. Y ¡cuántas ligerezas de mujer han encendido el fuego de las más bajas pasiones en los hombres y los ha,n arrastrado, hasta lo más degradante del vicio! ¿Remedio contra la ligereza'? El trabajo y la reflexión, La mujer que está siempre ocupada en un trabajo apropiado a su posición social y a su sexo, tiene mucho adelantado para combatir con éxito el vicio de la ligere– za. Si la ociosidad es madre de todos los vicios, Pl trabajo es madre de muchísimas virtudes.

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