BCCCAP00000000000000000000557
ti7 jer no puede, por su situación económica, costearsP esn infinidad de vestidos, recurre al cambio de hechura. ¡ Cuántas vueltas no tiene que sufrir el abrigo o la blusa de una humilde oficinista para poder seguir los dictados de la moda. La moda es la gran aliada de la ligereza femenina Atención, amada joven, a esta manifestación de tu lige. reza femenina. No te dejes arrastrar de ella, no te dejes envolver en sus mallas. que tienen la enorme fuerza de cambiar hasta los corazones más firmes y las ideas más sagradas. La ligereza en los vestidos es una de las armas que más almas llevan al pecado y al crimen. El hombre se siente atraído por la desnudez provocativa y, cuando la mu jer ha echado toda la carne en el asador, no debe de ex trañarse que el hombre deje de ser hombre para conver tírse en fiera. Hay mujeres que se escandalizan de cier. tas actitudes de los hombres y no piensan que ellas tie nen la culpa de haber excitado esa hambre. Loco sería el cazador de fieras que se pusiese junto a la guarida de un tigre o de un león con la esperanza de que se pusie sen de rodillas delante de él, como lo hicieron milagro. samente con algunos santos. Lo natural es que la fiera se arroje sobre el imprudente cazador, y le despedace. Otra ligereza femenina es la que proviene de las con" versaciones. Existe modernamente demasiada conviven– cia entre las personas de distinto sexo Se habla con de– masiada familiaridad, con poco miedo. Si Eva no hubiera sido tan ligera en entablar conversación con la serpiente, tal vez no hubiera caído. Pero por ser demasiado ligera en sus palabras, por fiarse demasiado de su lengua, la sucedió lo que todos sabemos. ¡Cuántas jóvenes se perdie. ron por una conversación! ¡Cuántas, por una sola pala– bra, abrieron la puerta al más traidor de los enemigos!
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz