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eso no es raro que la mujer que tiene algún defecto físico sea más celosa que la que es agraciada. Toda mujer que se siente humillada por la naturaleza piensa que con sus celos puede conseguir lo que por otro camino cree impo– sible alcanzar. ::Je ahí lo frecuente que es ver a esas mu– jeres hablar en tono despectivo de las que son más agra– ciadas que ellas, y hasta llegan a declararlas guerra sin cuartel, levantando verdaderas montaflas de defectos mo– rales, increíbles calumnias, la mayor parte de las veces, hijos de su imaginación consumida por los celos. - -Fulanita es guapa, se las oye decir, pero no tanto como ella se cree; además, más la valiera aprender a an– dar mejor y a vestir con menos ridiculez.. Otras veces la conversación penetra en ca11111os más peligrosos. -Pues no sé de qué presume mengana. porqlie tiene los ojos negros; mejor sería que no llamase tanto la aten– ción por donde pasa, que hasta los hombres :c,e quedan avergonzados ... La mujer celosa no reprime su lengua viperina y uno de sus placeres predilectos es el de desprestigiar y hablar mal de las que son más que ella. La mayor parte de las murmuraciones entre mujeres proviPnen de esta enfPr– medad de los celos. Por tanto, no ya como mujer sino como muier cristia-, na, debes aborrecer, amada joven, este clete~table de. fecto, fuente de tantos disgustos y de tantas desavenen– cias. Resígnate con los dones naturales que Dios te haya concedido y no trates de disminuir los que acaso veas en tus compañeras; hacer lo contrario no es sólo faltar a la verdad, sino ir en contra de la bondad infinita del Se– ñor, que quiere distribuir sus gracias a quien quiere y como quiere. Un mal corazón Hay celos que proceden de un mal cornzóu. La mujer que se ve despreciada, o menos atendida de lo que ella cree tener derecho, es un enemigo perniciosí..
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