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,J 1; H . I' . S l L Y E I t l O Il E Z O le I T el recuerdo. El triste recuerdo del viejo olivo que se e,; tremece entre las llamas en las crudas noches de in vierno. Este olivo que en este triste clía, en que estú el cielo gris y blanco el suelo, calienta, en el hogar, mi casa fría, era ayer el encanto y la ufa nía ele mi olivar. bajo el ar:11l del cielo. (PEJYIÁN.) Por eso, amada joven, antes que la hermosura del cuer-– po, que como el viejo olivo está condenada a desaparecer procura la hermosura del alma. No quiero decir con esto que no desees ser flor, cuando la edad lo pide; lo que importa es que no te quedes ensimismada contemplanc!o esa flor que dura un día, sino que te esfuerces en conser. var el fruto que de ella has de recoger. Sé flor y estrefüt en buPna hora, pero no te olvides nunca que ... las flores se mustian y las estrellas se apagan, !! el barro vuelve a la tierra, y eterna sólo es el alma. (RAFAEL BLANCO BELMONTE.)
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