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¿QUilBN FJHES TU? 41 Esta especie de obsesión en la mujer por tener y au– mentar la belleza corporal, es patrimonio de todos los pueblos y de todas las razas. Aun los más salvajes tie– nen en la historia de su tribu un capítulo imprescindi– ble: el de explicar los medios y manPras de que la mu. jer se sirve para conservar y aumentar su belleza. Unas veces son los estrafalarios aros de metal que cuelgan de sus orejas o que horadan sus labios; otras son las caprichosas combinaciones de plumas y huesos de ani– males; y otras, en fin, son la variedad de colorantes con los que gustan de pintarse el cuerpo. En la Sagrada Biblia se habla en distintos lugares de los ornatos de las mujeres, y es famoso el pasaje del profeta Isaías, en el que lanza maldiciones contra las hijas de Jerusalén por el excesivo abuso de él. La descrip– ción, a pesar de haber pasado tantos siglos, tiene una frescura y una actualidad como si hubiera sido escrita en nuestros días: «Ya que tan orgullosas son las hijas de Sión, dice, que van con la cabeza erguida mirando con desvergüenza, pisando como si bailanm y haciendo sonar las ajorcas de sus pies, el Señor afeitará la cabeza de las hijas de Sión y decalvará Yavé sus frentes. Aquel día quitará el Señor todos sus atavíos, ajorcas, redecillas y lunetas, collares, pendientes, brazaletes, co– fias, cadenillas, cinturones, pomos de olor y amuletos, anillos, arillos, vestidos preciosos, túnicas, mantos, bol– sitos, espejos, velos, tiras y mantillas. Y en vez de perfumes, habrá hediondez: y en vez de cinturón, un cordel; y en vez de trenzas, calvicie; Y en vez de vestido suntuoso, un saco; y en vez de hermosura, habrá vergüenza.» (lsaías, cap. III, vers. 16 y signientes.) Como ves, amada joven, la enumeración que hace el profeta es quizá más completa que la de tu tocador. Esto prueba que la mujer siempre y en todas partes ha sido una adoradora de sí misma, y que e.l ornato de vuestro cuerpo ha sido siempre una de las ocupaciones a las que las hijas de Eva habéis consagrado muchas horas de vuestra. vida.. -Pero entonces, ¿qué voy a hacer?, me preguntas. ¿ Ti– rar por la ventana todos mis utensilios de tocador Y pre-

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