BCCCAP00000000000000000000557

-¿No os habéis dado cuenta -dijo orgullosamente la princesa-de que yo soy la hiJa de vuestro rey? A lo que el aya contestó humildemente: ---¿Y su alteza no ha pensado nunca que yo soy la hija de vuestro Dios? El pudor es uno de los blasones más preciados de tu alma de mujer. Sin pudor, el escudo más noble quedará manchado; con el pudor, el origen más humilde tiene destellos de inmortalidad. En la vida de Santa Eulalia de Barcelona, se lee que, habiendo sido expuesto su cadáver desnudo para que fue– se devorado por las aves de rapiña, el Señor hizo caer una gran nevada sobre el cuerpo virgen de la Santa, li– brándolo así de miradas indiscretas. ¿Ves, amada joven, eómo si es necesario Dios hará un milagro para conservar el pudor de la que quiere a toda eosta ser hija de Dios? En cambio, ¿cómo va a hacer el milagro con la que voluntariamente se expone a per– derlo? Es tan femenino el pudor va tan dentro del alma de la mujer que hasta las que lÓ han perdido, hasta las que reniegan públicamente de él. lo siguen estimando, y a ve– ces exigen, con extraño cinismo, ser respetadas, fingiendo para ello una máscara de pudor que es ficticio. Un día Flora, la diosa de los jardines, preguntó a la violeta: ---Hija de mi casto reino, ¿qué don puedo yo añadir a tu gracia celeste? Y la humilde flor contestó: -Dadme, seflora, un poco de hierba para ocultarme. Desde aquel día la violeta la encontrarás siempre es- condida entre el follaje y en los lugares más humildes y aislados. Sólo por el perfume que exhala se puede saber dónde se esconde. No pienses, pues, nunca como esas jóvenes ligeras que el ser pudorosa y el ser humilde te. va alejar para siempre del matrimonio ... Si eres como la violeta, sencilla y humilde, ten la seguridad que el hombre que vaya al matrimonio con el santo fin de unir ~u amor al de una buena mujer, se dará cuenta de ti por el perfume de

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz