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mínima del pudor. No digo que las que no son religiosas, si es que puede existir una mujer que no lo sea carez– can absolutamente de pudor, pero lo que no pu'ede fa– llar jamás es que la que es religiosa de verdad es pudo– rosa. Dadme una mujer sólidamente piadosa y su pudor sprá elevado; dádmela sin religión, o con máscara de religión, y estoy seguro que su pudor est:.trá por los suelos. Es una pluma de mujer la que ha escrito estas pala– bras: «El pudor en nosotras es pureza de corazón, no– bleza de sentimientos, fuerza espiritual que nos hace pre– ferir a la vanagloria de las conqujstas que de nuestros atractivos pueden ofrecer, la verdadera gloria de vivir como si careciésemos de ellos.,, ¿Qué más se puede decir en tan pocas palabras? El pudor es pureza de corazón, nobleza de sentimientos, fuer– za espiritual, así lo crees tú amada joven, y porque lo crees te esfuerzas en vivir según estos principios. «El pudor es la flor de la castidad» ha escrito otra mu– jer. ¿Quién lo duda? El corazón de Ía mujer, y máxime si es el de una mujer joven, es flor hermosísima que no puede nacer ni desarrollarse entre cieno y podredum– bre. En los lodazales nacen esas flores desvaídas y de vida efímera; las rosas y las azucenas sólo se dan en los j ardi– nes, en tierra buena y bien cuidada. El pudor, en una palabra, es nobleza del corazón. No todas las jóvenes pueden ostentar en su familia es– cudos nobiliarios, pero todas pueden ser nobles con la no– bleza que dé la virtud. «Virtud es nobleza», fué el mote que puso en su escudo un prelado español, y toda joven que se precie de serlo debe vivir de tal manera que más que en las paredes de su casa, aparezca en el fondo de su alma esta bella inscripción: <<Soy noble porque soy pura». Y así como los nobles hacen alarde de su sangre y de sus pergaminos, del mismo modo la joven debe, no pre– sumir, que esto, al fin, es loca vanidad pero sí demostrar con las obras la nobleza sobrenaturai de su alma. No hay nobleza comparable con la de ser hijos de Dios. Así lo entendió aquella aya de la princesa Luisa de Francia, hija de Luis XV.

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