BCCCAP00000000000000000000557

el Señor dijo así: Cuando oréis diréis así: Padre nuestro que estás en los cielos ... No encontró en el diccionario otra palabra ni más sencilla, ni más llena de confianza. ¿Quién no se atreve a pedir a su padre? ¿Quién tiene re– paro en manifestar a su padre las necesidades que le anremian? Jesús escogió la palabra «Padre» para que des– cíe el primer momento nuestra oración fuese ingenua, sen– cilla, como lo pide el trato de un hijo para con su padre. Ya ves que fácil es ser piadosa. ¡Qué maravillosamen– te tierna es la piedad! ¡Qué encanto encierra en sí el abrir el corazón a quien sabemos que quiere y sabe, y puede socorrernos! La piedad de los sant-os Pero piedad, obsérvalo bien, no es sensiblería- Dej ar escapar unos suspirillos cuando todo el mundo nos oye, pronunciar algunas palabras entrecorto.das para que todo el mundo se fije qué sitio ocupamos en la igle– sia, eso no es piedad, eso es sensiblería, es una coquetería espiritual, pero nunca una piedad verdadera. Los santos, esos hombres que llegaron a practicar la piedad en sumo grado, no fueron, como muchos creen, se– res del otro mundo. Su vida. las más de las veces, fué ex– tremadamente sencilla, porque lo primero que trataron de conseguir fué la humildad, y esta virtud es hermana gemela de la sencillez. Y si todo fué sencillo en su vida lo fué de una n1a– nera especial su piedad. Escucha estas palabras de san– ta Teresita del Niño Jesús: «Ya estoy pensando, dice la santa, que si no quedo bastante admirada al llegar al cielo, haré como si lo estrnv¡iese para dar gusto al Señor. No hay cuidado que le deje ver mi decepción. ¡Ya sabré yo arreglarme para que no lo note!» ¿Qué te parecen estas palabras cte la santita de Lisieux? ¿Verdad que esta es una manera encantadora de expresar la piedad, es decir, la admiración y el amor hacia el Pa– dre Celestial? ¡Esto sí aue es piedad y piedad la más su. blime! Pero ya te estoy oyendo: Santa Teresita era santa y

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz