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;.C-JUIJ<JN ERES TU? terminables en la iglesia. ser piadosa es algo más sen– cillo. Santo Tomás dice que piedad «es una virtud que supone un sentimiento de veneración, nacido de cono– cimiento profundo, de bondad y de sentimiento1,. Como ves, es muy fácil ser piados:1. No se necesita más que conocer, amar y desear a quien es más que nos– otros. El amor que el hijo tiene a su padre, es piedad; el que una esposa tiene a su marido, es piedad; el que un cristiano tiene a Dios, es piedad. ¿Creías acaso que para ser verdaderamente piadosa era necesario rezar mucho, pero sólo con los labios? Si eso habías pensado, ya ves qué equivocada estás. La pie– dad es algo más sublime, algo más íntimo algo que ra– dica en lo profundo del alma. No es la piedad como una joya, que por la mañana, o cuando se sale de visita, se coloca en la mano o en el cuello, y cuando se vuelve a casa, se la mira con cariño o con vanidad y luego se la coloca en un estuche forrado de seda. Ni tampoco es como el libro de devoción que tomas cuando vas a la iglesia y al volver lo dejas con cuidado, sobre la me– silla o entre los demás libros de tu pequeña biblioteca. La piedad es algo íntimo. No se puede ser piadosa por la mañana y por la tarde ir a un espectáculo en donde peligra el pudor. La piedad no es un vestido que se tiene sólo para ir a misa, y después se le coloca en el armario, con la sincera promesa de que al día siguiente le volverás a tomar. La piedad es algo más sagrado, es bacier de ella la vida del alma. Ya ves lo fácil que es ser piadosa, pero también lo mucho que se exige a la que quiere serlo como Dios manda. ¿Qué has de hacer para ser verdaderamente piadosa. me preguntas? Pues en primer lugar, estar convencida. La joven que no cree firmemente que con su religión está en posesión de la verdad no puede ser verdaderamente piadosa. Po– drá a lo sumo parecerlo, pero las apariencias engañan en cuestión de piedad más que en ninguna otra cosa. La piedad estudiada, la piedad de ocasión, no es piedad, es vulgar beatería.