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Ese mar que ves tan bello es un traidor. 17 No te acerques demasiado a esas olas que parecen montañas de algodón, blancas, transparentes, débiles .. ¡No son nada de eso que parecen! ¡Son agua! Ten cui– dado con ellas; no aguardes a alejarte de su lado cuan– do te hayan dado la mojadura. Una hermosa fábula Eros y Leandro se amaban con pas10n. Todos los días pasaba él a nado el Helesponto para ver y hablar a su amada. Como lo hizo muchos días se– guidos, llegó a perder miedo al mar. Pero una mañana la desventurada Eros vió que el mar había arrojado a la playa el cuerpo joven de su amante. ¡Leandro se había ahogado! Hay muchas Jovenes que gustan de andar enredrndo con las olas, que aman el peligro y se ponen temeraria– mente en él... Hay muchas jóvenes a quienes les gusta nadar en medio de ese mar tormentoso que se llama «cine» inmoral o espectáculo peligroso o amistad no san– ta... ¡Pierden el miedo al agua! Pero un día, cuando más confiadas están, tiene lugar el desastre; se hunden para siempre, y de su vida no que– da otra cosa que un vulgar cadáver flotando en el agua. Adiós hermosura, adiós recato, adiós respeto, adiós reli– gión, adiós buenos sentimientos, adiós todo lo que signL fica algo delicado, algo digno en la mujer. Se han ahoga– do, como el desventurado Leandro. Y esto por tener de– masiada confianza en sí mismas. La vanidad las atrajo, el lujo desmedido las ofuscó ... y cayeron. Sólo un milagro de la gracia, como a la Samaritana, las podrá volver a su completa regeneración. * * * Lectora, tú que posees los encantos de una juventud, no los marchites voluntariamente con el fuego de una 2

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