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1-1 ¿acaso la mujer no cumple, como el hombre. una m1s1on sagrada en la vidu? ¿Acaso ella, como el hombre, no tiene un alma que salvar y un cuerpo con que servir a Dios? En el principio del mundo. dice la Sagrada Escritura, Dios creó a la primera pareja del género humano y los creó hombre y mujer. Y a los dos les dió el mismo man– dato: Creced :z¡ multivlicaos sobre la tierra. Solamente después del primer pecado aparece la mu– jer sometida al varón como castigo de su desobediencia, y el hombre castigado a comer el pan con el sudor de su frente. Pasados los siglos, la fe en la revelación se fué apagando, las pasiones desenfrenadas fueron creciendo y la mujer pasó a ser para el hombre nn objeto de placer cuando no •rn opjeto desp1eciable. He" aquí la opinión de algunos llombn,s célebres: ,,La mujer. dejó escrito el sabio de Grecia Quilón. es un varón imperfecto.>; Y Platón aüadió: «La mujer es un ser inepto e incapaz de adquirir la virtud del hom– bre. · Y Eurípides. , Un solo varón vale mús que diez mil mujeres.> Y Diógenes, al ver el cadúvPr de una mujer colgado de un árbol, exclamó: «Pluguiera a los dioses que todos los árboles llevaran siempre ese fruto.;; ¿Qué te parecen las frasecitas? ¿,Verdad que no son muy honrosas para la mujer? Pues aún las hay peores y no la;:; transcribo por no herir tus oídos delicados. Eso rué para rstos sabios la mujer: Un ser despreciable. que apenas si tiene derecho a vivir. Si la esclavitud del hom bre fué despreciable, más despreciablE· aún fué la de la mujer. Pero no te entristezcas ante estos conceptos tan hu millantes; levanta los ojos santamente orgullosa y mira al Dios-Hombre que te ha devuelto tu primitiva dignidad. Contempla esta escena que tiene lugar un día de calor, en los campos áridos de Palestina. Los interlocutores c;on ,Jesús de Nazaret y una mnjer samaritana. Junto al pozo de Jacob Por un camino polvoriento, con el cántaro a la ca– dera, viene en dirección del pozo de Jacob una mujt?r de

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