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l O 1, H . P . S [ L, V E R I O D E Z O R -1 T A piritualmente sana: la maternidad. Solamente la que es viGiosa puede escuchar y llevar a la práctica tan impías doct.rinas. En el jardiri de tu hogar, si Dios quiere, florecerá el tosal.-Supongamos que ya la naturaleza te lo ha comunicado. Tú .se lo dices a tu esposo un tanto ruborizada, pero los dos sois felices al saberlo. Vuestro amor va a tener por resultado la vida de un nuevo ser. Los dos esperáis el ~rnsiado día. tú más emocionada que él. Apenas hay con– versación en que no habléis del huésped que, a tiempo fijo, llegará a vuestra casa. Ya habéis pensado el nom bre que ha de llevar, discutís sobre su sexo. sobre el color de sus cabellos y hasta. de lo que habéis de hacer por él cuando sea mayor... Es la gran ilusión de vuestra vida de casados. El día. ansiado, y a la vez temido, ha llegado Tu ilusión no puede ser mayor. Estás como loca de con– tento ... Le miras, le besas, te sieñtes muy feliz tenién dolr a tu lado ... Te parece casi impo:;ible que ese ángel sea tan íntimamente tuyo ... ,,Y tu esposo? También le mira emocionado, le besa, lP coge en sus manos temblorosas y teme hacerle daño .. ¡Tan delicado es el nnevo ser! Luego han venido las visitas de tus amigas y conocidas para darte la enhorabuena. Para todas tienes una sonrisa de :1gradecimiento ... Al anochecer, cuando estáis solos en cása tu marido y tú, os habéis quedado contemplando em– belesados esa estatuita de carne que es vuestro, hijo y, al miraros en silencio, habéis sentido que vuestros ojos se han llenado de lágrimas. Ante la cuna del recién nacido tu marido parece otra cosa, se te antoja a ti que es un niño también. ¡Qué fra ses de cariño en sus labios! ru instinto de maternidad parece aumentarse prodi– giosamente, y en él estrechas a tu hijo y a tu esposo con nn ni.ismo y prolongado abrazo. Casi no lo crees, pero es verdad. Tus sueños de niña se han realizado. ¡En tu casa ha florecido el rosal!

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