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EL ~'RI\ILE ALBAÑIL 87 pronto, pero como tiene que valerse de sus familiares, que todos son a cual más perezosos, de ahí el trabajo que tiene la pobre. En la Última me decía que todos seguían bien. Y para que te enteres mejor te remito la carta escrita por su nietecito Santos, hijo del di– funto Santos. Como verás, el sobrino Santos es un chico cariñoso y bastante despabilado. Parece que quiere aprender el oficio de mecá• nico bajo la dirección de su tío Pepe. Quiera Diof, que sea buen ar– fo.sta y que le sirva a su buena madre de amparo en su vejez. En lo demás no tengo cosa particular que decirte. Yo sigo con mis achaques, sin esperanza de mejorar, frecuentemente con agudos do– lores. Bendigo a Dios ; más quiero padecer aquí que en la otra vida. Encomendándome a tus fervientes oraciones y a las de esa santa Co– munidad y prometiéndoos las mías y las de estia Sta. Comunidad, se despide tu tío que te ama en Cristo Jesús. Fr. José lVIaría de Leab11ru

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