BCCCAP00000000000000000000556

62 P. SILVERIIO DE ZORITA, O. F. 111[. CAP, entrada la noche. Otro tanto hacia después de Maitines, a mediano– che. Cuando los religiosos se retiraban él «se quedaba en el coro o bajaba junto al Sagrario, permaneciendo allí de rodillas como ex– tático». ¿ Hasta cuándo se prolongaban estos coloquios de Fray José Ma– ría con el Divinio Prisionero del Sagrario? K o lo sabemos exacta– mente. El religioso a quien debemos los <latos que acabamos <le apuntar nos dice que, aunque él era uno de los últimos en retirarse a su celda, siempre dejaba a Fray José María en la iglesia, de ro– dillas ante el Sagrario, como una lámpara viva que se consumía <le amor. No es, por tantiO, aventurado el decir que la oración de Fray José María, la mayor parte de los días, se prolongaba hasta muy en– trada la noche o tal vez ni siquivra se volvía a acostar después de Maitines. ¿ Quién podrá decir lo qm~ pasaría en aquellas horas de soledad ,·titre Jesús Sacramentado y su fiel siervo? Creemos que éste es uno de los grandes secret10s de la 1"ida de Fray José María. Respecto a su devoción a la Santa Misa he aquí lo que escribe el cronista en el «Boletín Oficial de la Provincia de Castilla» del mes de noviembre-diciembre : ((En extremo enamorado de la Sagrada Eu– caristía y de la Santa Misa, se arrastraba materialment1e para ir a ella, de tal manera que, vuelto por unos momentos a su cama para recu– perar las fuerzas y mitigar El dolor, regresaba de nuevo a la si– g·uiente, y oía cuantas se celebraban en nul"st1ra iglesia». * * * Con la devoción a la Eucaristía corría pareja la que profesaba a la Pasión del Señor. No es de extrañar en un alma probada con tan– tos dolores y enfermedades. Tres días antes de morir dijo a un rt'– ligioso: -«Sólo quisiera sentir los sufrimil"ntos que padeciú Cri~to en la Cruz.>> Y a uno de sus sobrinos dijo tiambién: -Me parecen pocos los dolores que sufro en comparación con los que padeció el Señor y quiero sufrir más aún. Enamorado de Jesús Crucificado quiso parecerse al Divino Mo-