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EL FRAILE ALBAÑIL 61 s;icerdocio. Este respeto nacía, sm duda, a parfr de su gran humil dad, del amor al Sagrado Cuerpo de Cristo «que los sacerdotes con– sagran y reciben : só'.o ello,; administran a los ,). En ,;n m,·ntf' estahan muy presentes las palabras ,lel Seráfico Padre en su Testa– mento: ((y a éstos (los sacerdotes) y a todos los demás quiero t:e– mer y amar y honrar como a mis señores. Y no quiero en ellos con– siderar pecado, porque yo veo en ellos al Hijo dec Dios y son mis señores. Y por esto lo hago, porque ninguna cosa ,·co corporafmen-– te en este mundo de ese altísimo Hijo de Dios sino su Santísimo Cuerpo y preciosa Sangre, que ellos consagran y reciben y sólo ellos administran a lo~ otros. Y estos santísimo., 1nisteríos ,;oLre t1ocla,; cosas quiero honrar y reverenciar y en lugares preciosos colocar». Su respeto a los sacerdotes era extraordinario, y cuando se en– contraba con alguno le besaba humildemente la mano y se esmeraba e:n servirle. Siendo hospedero y refitolero trataba con especial carifio y esplendidez a los sacerdotes. También es prueba de su gran devoción a la Eucaristiía el caso ya referido de no querer tocar con sus manos las Sagradas Especies durante el período «rojo)), prefiriendo comulgar de manos de 1111 seglar. Pero donde su devoción se manifiesta en toda su belleza y subli– midad es en los grandes ratos que pasaha junto al Sagrario o muy cc·rca de él y en los momentos que seguían a la Sagrada Comunión. -«Despué,s de comulgar-as<·,~ura un lia como extasiado, los ojos cerrados o levantados suavemente hacia e1 cielo, las manos cruzadas y completamente absortlü. Sólo cuando el Su– perior daba la señal de salir del coro volvía en sí. Esto lo observé con frecuencia.» -«Alguna vez le encontr{. trist1e-dice otro-, pero ante E.1 Sa g-rario todo lo arreglaba y se levantaba de allí complet,amente cam– biado. Cuando quedaba lihre en sus trahajos se retiraba al coro o se ponía cerca del Sagrario y allí pasaba g-randi.·,; rato~ en ora'.:i(m.n Después de las últimas oraciones de Comunidad, él se ponía de rodillas junto al Sagrario, <(como extático, con los brazos cruzados», y en esta actiitud permanecía hasta que los demás religiosos se re– tiraban a descansar, prolongando algunos días su oración hasta muy

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