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150 P. SILVERIO DE ZORITA, O. F. M. CAP. apenas se di('ron cuenta dl' ello los mismos que convivieron con i,J. i'reci~amente rdíriéndo~e a la práctica de la~ devociones dice un re– lig-ioso. ---l'asar desapercibido e ignorado fué sÍc'mpre su mayor interé:-;. Y otro añade : -Casi todo lo hacía ocultamente par:t no llamar la at,cnción. Pero este limrnlde interés de pasar cksapcn-ibido a los ojos de· lo~ demás no siempre pudo conseguirlo. Es el caso del buen perfume (ple, por mucho qm'. se trate de ocultnr, su misma naturaleza le des– cubre. La presencia exterior ele Fray José Maria iba por todas partes denunciando la intimidad de su trato con Dios. -«~:e veía en sn sernhlante-rlice 1111 -c·omo ~i estt1viera ext~tsiado.» Sus principalc's devociones fueron la E11cari,-tia, la Pasión ck Sel!or, la Vir,~·en Santísima, el Corazón ele Jesús, San José, nuestro Padre San Francisco, Santa Teresa de Jesús y Santa Terc;:ita d,·l Niíío Jesús. Como el sol es el c~·ntro alrededor del cual giran los planeüas, del mismo modo la Eucaristía el cenL·o rk las d;:mú, dfYPcione~. N C! es, pues, de extrañar que esta <levocion tuviese un lugar dei;tacado t·n el alma de Fray José :'.\farí:1. Alma franciscana cien por cien, no p11do sustraerse a la influencia eucarística de los Santos Franciscanos, :·nLre los que sobresalen el Serúfico Padre, Santa Clara ele :\sís, San P;1scuai Bailón y otros muchos. Dada la ·dda oculta y sencilla de mwstro hnen hvrmano, h:111 escanado a 1.as mi.radas ele- los hnmhn·s las v~et'na,; más íntimas de su alma con el Amor ele Amores, pero, no obstante, aún podernos ha· rnmtar por algunos datos ai:;lados el lugar prderente que ocupó en su alma seráfica esta ;;antn (levoción. Recordemos, en primer lugar, ,;u gran respeto a los sacerdotes y religiosos jt'Jvenes destinados al

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