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SUS DEVOCIONES No es un tópico, al escribir la vida <le los santos, hablar <le sus devociones. Ser devoto es una necesidad <le la:i almas extraordinarias, ya que devoción no es otra cosa que un trato más ínt,imo con Dios y con sus santos, y nadie ha sostenido mejor este trato espiritual, nadie más devoto, en el sentado teológico de la palabra, que los santos. Fray José María fué un gran devoto. pero no un gran rezador Esta diferencia es esencial en su vida. A sus rezos daha el tiempo necesario, y nada más: a su cle.-oción, todo el día. -Oró sin interrupción-se lee en la crónica <lel c01wento de Bil– bao-. porque para él todo era una plegaria. Fray José María fué 1111 alma de prohmclísirna \·ida interior, y lo fni, sin re~tar ni un solo minuto a ~n acti,-idacl exterior. I\ o foé de esos santos frecuentemente adulterados por los hagió¡.\Tafos, que pa– "aron la vida en perpetuo aislamicnt10, con una calayera entre ias manos y comiendo sólo raíces de árboles ; Fray José María no fué ni un Pablo el Ermitaño, ni menos un Simón E~tilit:, : fu{ 1111 sen– cillo hermano albañil qne. cubierto con el to,co háHto franci,cano. trabajó durante t1oda su Yida «fiel y de;;otamente)). * * * Con todo, no se vaya a pensar que abandonó los clásicos medio~ ele santificación, todo lo contrario ; los práctico con t·xtrafü 1• fickli– dad y con inusitado fervor, pero lo uno y lo otiro de tal manera que •

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