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52 P SILVERIO DE ZORITA, O. F. :M. CAP. -Le visitábamos con frecuencia--dicé' uno de los religiosos-en estos últimos cinco años, durante los cuales apenas saliú de ia celda porque únicamente en la cama hallaha mitigación a sus enormes do– lores de est1ómago y columna vertebral. Por fin, el 19 de septiembre ele 1956, los médicos diagnosticaron cáncer de estómago, y desde esta fecha hasta el día de su preciosa muerte fué un prolongado martirio. Los últimos días tanto arreció h prueba que de sus labios dejó escapar frases como éstas : ~«Esto sí que es matar a los hombres.» ((Ei,to es contra la natu– raleza.» Era una pena verle anegado en aquel mar sin fondo de tribulacio nes físicas y morales sin poder aliviarle en lo más mínimo. Uno de los religiosos que estaban a su lado le dijo para consolarle: -Fray José María, acuérdese de los dolores de Jesús en la Cruz. - 1 «Sí; pero Je~ús era Dio,, y yo llOJ)·-coutl'.•,Lu cl(<,i:rnci1te. Sólo el pensamiento del cielo le consolaba en sus atroces dolores. y era frecuente ,;erle mirar hacia el cielo o a una estampa de la Sa– grada Familia y decir frases como éstas : --<«Dejo el infierno para ir al esto me consuela. No temo la muerüe, pero no creí (1ue costara tanto morir; aún tengo mucha vida. Tengo ganas de morir para irme al ciE.lo, pues las cosas de la tierra son miserias que no valen nada)). ((JestF--~olia repet.ir- k ofrezco tos dolores por los pecados propios y ajenos.>> ((Jesús, no me mandes más dolores de los que pueda sufrir.» ((Por n1estro amor, mío, perdóname mis pecados.» <<Esto lo merecen mis pecados.n << mío, misericordia, perdón, perdón Jesús>L .. Este espíritu de arrepentimiento es 11110 de los distintivos más impresionantes de su espiritualidad y por eso no sólo se manifiesta en las frases que acabamos dt. transcribir, sino también en algunas de las cartas que de él conservamos como preciosas reliquias. El día 23 de diciembre ele 1951 escribía a :,u sobrino Santos: ((Yo
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