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RELIGJOSO PERFECTO Lo que constituye la esencia del estado religioso son los tres vo– tos de obediencia., pobreza y castidad. Por eso, si quisiéramos re– sumir i;n una sola frase la vida rdigfosa de Fray José María diríamos que fué un perfecto cumplidor de est10s tres votos. Su obediencia rué ciega; sn pobreza, altísima; su castidad, sin mancha. Veamos, en primer lugar, cómo practicó la obediencia. Por razón de su oficio de albañil tuvo <Fk vivir en casi todo:' los conventos de la Provincia, y, por tanto, estar sometido a las órdene~ de muy distúntos Superiores. Tndos ;;abemos lo que esto supone para el que tiene qt1t: estar siempre ohedceiendn. Los roces ,on ca~i i1w,-itables. pues es impo:'ibk coincidir siempre con el pa– recer de 1.o<los. Pues bien, Fray José María jamás tuvo el menor choque, jamás se tomó la más ligera libertad vn cuanto a la mocli– ícaci/m de las úrdenes de los Superiores, jamás hizo nada sin con– sultar antes con é'llos. En la realización dt' los trabajos que le en-· comendaron siempre cumplió fielmenb:, y esto, a pesar de reconocer <llW éstos, técnicamente, no eran tan perfrctos ; pero prefirió "º meter hmnildemente su parecer ank::- que con1.ra ,-enir b voluntad expresa ele los Superiores. Para todo pedía permiso-asegura con frase laconica uno de lof' religiosos. Y el señor Morales nos dice también. --Durante su estancia en mi casa, en liempo Jel dominio «rojmJ, st. sometió en todo a mí, como si fuera un 110,-icio. Yo era, a pesar de mis diecisiete años, su verdadero superior, y bastaba que le di-
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