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36 P. í::ilLV.IC!UO DE ZO!lll'ñ, O. F. ll!l. CJU', Vigo, León y Bilbao com,:,rvan obras hechas o dirigidas por él. Los religiosos que t1rahajaron con ,é,j g11ardan el recuerdo im\Jorrah:f' de su tenacidad y constancia en el trabajo. -Toda su vida-dice uno-trabajó con verdadero heroísmo. -Durante mi año de noviciado-añade otro-le ayudé en la ohra de re.paración del convento de Bilbao, levantando los tabiques de las celdas, completamente derribados por los «rojos)). En cuanto cumplía con sus obligaciones religiosas, Santa Misa, Comunión, Oración y lectura espiritual, desayunaba rápidamente y comenzaba el trabajo, que no dejaba hasta unos minutos ant1es de la hora de la comida, a veces insuficiente para asearse un poco y acudir a tiempo al refec– torio con la Comunidad. Fué siempre muy trahajador, no paraba un momento, ni perdía el tiempo hablando, y ,;ólu interrnmpia su t:·a bajo cuando daba la hora el reloj para hacer los rezos de costumbre. Así se expresa un joven religioso que recuerda, lleno de emoción. a su santio maestro. No es extraño después de vistos estos tes timo· nios, que el Padre Cronista del convento de Bilbao, al hacer la re· seña de la muerte de Fray José María emplee estos términos. -Trabajó incansablemente y oró sin interrupción, porque para él todo era una plegaria. Pero Fray José María no sólo es modelo para nuestros Hermanos, sino también para esa inmensa muchedumbre de hijos del trabajo que viven en nuestros campos y en nuestras ciudades. Hoy que tanto se huye del trabajo manual, la figura venerable de este santo religioso, vestido con el burdo sayal franciscano, es un símbolo y un ejemplo. El se santificó en la ruda escuela del trabajo manual, él tuvo las ma– nos encallecidas, él tuvo el hábito sucio de yeso y de cal, ,:omu 1111 obrero de tantos ... A vosotros, pues, hijos del tr:..bajo, obreros de la

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