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Flí. FRAILE ALBAÑIL 3'i «Sé que le cuidan bien los Superiores-dijo en cierta ocasión a. un hermano joven-, purifique la intiem:ión para así sacar más pro– vecho a esa delicadeza que tienen con Vuestra Caridad.» Por no mo– lEstar, hasta pocos días antes de su muerte bajó a la iglesia a co– mulgar, y cuando algún religioso iba a visitarle le recibía con suma caridad y, con gTan delicadeza., le invitaba a que tomase asiento. Cier– to día llegó uno a quien no conoció de moment;t:o por no tener pues– tas las gafas. Al darse cuenta de aquella falta de delicadeza, com– p' .,1an1::l1t,, ·1n·oluntaria, le dijo: ,<Perdone, hermano, no le hahía conocido.>> Hay, sin embargo, en la vicia de Fray José María tres casos en los que sn caridad fraterna n·,·iste caracteres de heroísmo. El primero 1mvo lugar en el convt:nto de Lecároz (Navarra). Cier– to religioso cayó enfermo con viruelas negras. Por prescripción fa– ·:ultativa el enfermo fué aislado de la Comunidad para evitar un po– ;ible contagio. Enterado Fray J ose María del caso se ofreció humildemente al Padre Superior para cuidar del 1·nfrrmn, ; 1.o lfr:o con tanta c:1 .:,hd qué todos los religiosos quedaron admirados. En otro caso tuvo lugar en el convento de Basurto (Bilbao) el aiío 1945. El hermano donado, A'.ejandro Romea Moro, contrajo una repug– nante enfenrn:dad de la piel, por lo cual el médico ordenó que se le aislase completamente de los demás religiosos, máxime viviendo en el convento los novicios, jóvenes de clieci5l'.·is a dieciocho años. Fray José María, a pé'sar de sus setenta y ocho años y de sus continuos ctolores, se ofreciú a cuidar al enfermo, y en la casa llamada de ((los pobresn, sin comodidad apenas de ningún género, completamente aislados, permanecieron lo~ dos hasta ei día 27 de octuhre, en que el i.:nfermo falleció en brazos de su heroico enfermero. También en e\ convento de Basurto tuvo lugar el tiercer caso que

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