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CARIDAD FRATERN.\ Sin amor al prójimo no puede haber verdadero amor de Dios. Fray José María fué un modelo acahado de caridad. Cierto relig;oso que convivió con él durante los últimos dieciséis años asegura <cr•a• ber estado buscando y rdmscando de propio intento algún defecto morab) en él, y confiesa sinceramente no haber tncuntrado antes al contrario, ((he visto siempre en él un modelo de todas 1as virtudes: piedad, laboriosidad, sencillez, pobreza, oLedienci:1, pure– za· angelical, desprendimiento de las criaturas, del mundo y de la fa– milia, paciencia, observancia regular, silencio, mortificación y caridad fraterna.>> Su aversión a toda clase de crítica, por pequeña que fuese, era proverhial. Cuando alguno en recreo pronunciaba alguna palabra me– nos caritativa inmediatamente Fray José María decía con dulzura: «Silencio, no faltemos a la caridad.>> No veía defectos en nadie, para él todos eran buenos, tcdo lo echaba a buena parte, y sí alguna ,ez supo de a1gún escándalo, lo sintió vinmentc y de sns labios só:o salió e3te sencillo comentario: «El Señor nos tenga de su mano para que no caigamos en donde ese pobre ha caído y roguemos por <'l con mucha caridad.>> En cierta ocasión-confiesa uno de los religiorns- estando Fray Jos.{: María muy enfermo fuí a su ce!da a hacerle una vis:tn. En el transcurso de la conversación se me ocurrió hablar de cierta persona no con toda la caridad que debiera, y entonces Fray José María, con una delicadeza que yo mi"mo casi no advertí cambió ;a com en:ación, dándome de esta manera a entender lo mucho que le desagradaba la tmrmuración. Con él era imposible murmurar.)>

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