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BI FRAILE ALBAfiIL 21 bajó mucha;,: veces hasta las doce de la noche, y después de tan duro trabajo, en ,-ez de retirarse a su celda a descansar, acudía al c<ero al rezo de Maitñnes, encorvado por el frío y los dolores. Ter– minado el acto de Comunidad se retiraba a la celda, pero no para dormir dulcemente, sino para pasar la mayor parte de las noches en un puro grito sobre la dura cama de tahlas, teniendo por único aJiY;O, y e~to no siempre, un ladrillo caliente en los riñones, con lo que experimentaba un ligero descanso en su dolor. Al día siguiente, después de pasar la noche de esa manera, se kvantalia con la Comunidad a las seis meno~ cuarto y acudía al coro el primero, deshecho vor los contiinuos dolores y por la falta de sueíío. Y ailí, en la iglesia, hacía, como un ángrl, su oración, oía la Santa .Mi,,a, n,cibía la Sagrada Cumuniún y después de dar gra– cias fervorosamentf tomaha 1111 frugal desayuno, arreglaba la celda, hacía la lectura espiritual y de 1 mevo comenzaba la jornada de tra- 11ajo intenso y duro, sólo interrumpida, durantie breves momentos, cuando da ha la hora el reloj para rezar el Ave Marb y las demás orar:01ws que se acostumbran en nuestra Orden. Estie recuento de la vida de Fray José María es más que sufi– ciente para ckmostrar hasta dónde llegó no sólo su abnegación como religioso, sino también sn energía de carácter y su amor al trabajo. Modelo admirable para nuestros Ilermanos religiosos y modelo tam– bién para esa inmensa muchedumbre de traliajadores manuales que miran con horror, la mayor parte de las veces, y siempre con in– quietud, el bienestar de su fami}ia, pendiente de un jornal. Fray José María no tuabajó por una remuneración material, a la que renunció con su voto de pobreza, pero trahajó, y con qué heroísmo, por conseguir un premio sobrenatural en el cielo. Al hablar de su santificación del trabajo veremos cómo lo hizo y cómo ~upo hermanar la austeridad del trabajo con una vida santa y de completa unión con la voluntad de Dios.