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P. Eusebio Villanueva ¿Podemos imaginar la "gran marcha" de religiosos y religiosas, de tantos hombres y mujeres casi-anónimos, que han alimentado, curado, vestido, el cuerpo de Cristo en los más pobres de su época? ¿Contamos las Instituciones creadas para acoger-cuidar-confortar, los niños, los ancianos, los enfermos, los pobres, los marginados etc...? ¿Hemos pesado el inconmensurable empeño invertido en reconfortarlos, enseñarlos, ampararlos? ¿Qué sabemos de esa masa inmensa de Laicos anónimos, que han visitado a los encarcelados, acogido a los extranjeros, promocionado a tantos en los "Terceros Mundos" de cada época de la historia humana? Esa Iglesia ¿no ha estado siempre junto al hambre, el frío, la miseria y la enfermedad?. Esa Iglesia no lleva "registros" ni contabilidad de penas y necesidades compar– tidas con los pobres de todas las pobrezas de la tierra. Pero tiene memoria y corazón, porque es su seguimiento de Jesús, en la Fe, en la Esperanza y en el Amor. Y eso le basta. Haber servido, haber amado, como El nos amó. Y, a veces, volcar las mesas de los mercaderes del templo, que siempre habrá en este mundo, donde el mal tiene presencia y rostro. Incluso viviendo y al arrimo de la misma Iglesia Peregrina y Pecadora también. El panorama del mundo sigue pidiéndonos presencia y servicio. Allí y aquí. Y a todos: de la derecha, de la izquierda, del centro y del techo... Porque la necesidad es inmensa y los abusados millones de mucha cifra. Echemos un vistazo al panorama ofrecido por la Campaña contra el Hambre: [con las estadísticas en la mano izquierda, escribo con la derecha]: 100 mil personas mueren DIARIAMENTE, siendo el hambre su causa directa o concurrente. - 700 millones de seres humanos sufren de malnutrición grave. 1.500 millones de personas carecen de atención médica. - 1.200 millones de personas carecen de agua y medios de higiene elemental. - 250 millones de personas viven hacinadas en barrios-tugurios. - 250 millones de Niños carecen de escuela. Estas pocas cifras son una tremenda tragedia y nos muestra la vergonzosa situación de privilegio en que vivimos nosotros. Y son esas cifras una dura acusación a nuestra responsabilidad humana y a nuestra Fe. Sobre todo cuando malusamos o derrochamos las cosas y bienes de esta tierra común. Sí. La riqueza empobrece... a los otros y a nosotros mismos: a ellos en el tener y a nosotros en el ser. .. Nada conocemos del hambre sino le damos un rostro, un nombre. Nada sabremos del hambre mientras no hayamos oído este lamento: "¡mamá, tengo hambre!" Este "viejo Mundo", el nuestro, no ha encontrado en su mollera mas que esta solución: presentar a los pobres, como modelo al que hay que llegar, que ellos tienen que alcanzar, una sociedad consumista de derrochadores y de despilfarro vergonzoso... Si los pueblos no construyen una civilización de austeridad fraterna y que comparte el PAN, los odios que se acumulan en montón terminarán por repartir el HAMBRE. La puesta en común de dos pobres es la única manera de ayuda que revaloriza tanto al que recibe como al que da... Y una imagen-poster para decorar las paredes de nuestra alma: la de esas madres espantando las moscas que se beben los OJOS de sus niños, esas crías de 86
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