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Las 5 llagas del Señor Viernes: 22 Oct. 1993: ALBERGUE N uestro cielo amanece hoy de Viernes penitencial. Encapotado de amenazas. La lluvia se hace techo amenazador. Y nos disciplina con un aire frío que nos arropa por reacción. Los pasos de la gente son precipitados y huraños. Los árboles, subidos a las aceras, se despueblan de sus hojas. El viento marino pasa barriendo la hojarasca seca, en baile por los rincones de los paseos. Todo el otoño cabe en una hoja, y también se dice en ella. Pero hay que ir al trabajo. Terminar la semana laboral. E ir sacando de los armarios los vestidos gruesos y calientes. El invierno avisa. Y quien avisa no es traidor. El otoño se hace precursor y bautista. Realmente me siento feliz. Feliz como hace mucho tiempo, bajo otros cielos y en otros servicios. Una paz de pozo, de muy allá en la fe, de claridad de ver en los adentros, en el alma y en los pensamientos. Camino esta mañana hacia el Albergue, como hacia el altar de Dios, al Dios que alegra esta mi otra "juventud". Hoy somos algunos más para la limpieza. Nos toca a menos superficie y más a fondo. La Sala de la tele está entregada a mis cuidados hoy. El pestazo de la nicotina es menos bocanada al abrir la puerta. Los fumadores, casi todos, andan a pedir clemencias. Se han agotado las reservas y se ha abierto la espera sedienta de las pensioncillas de final de mes. Los ceniceros y los suelos aparentan menos residuales. Y huele menos feo. Los cigarrillos salen de los bolsillos contados y casi encendidos. La mendicidad de tabaco en la sala está mal vista y peor contestada. Las penurias abrochan la solidaridad. Sólo las calles y los transeuntes ofrecen una posibilidad de limosna-pitillo al paso. Cuando voy a salir de regreso me encuentro con el ángel de la sonrisa vestido de monja, la Hna. Covadonga, de las Siervas de S. José, que como fundadora de esta santa casa, viene con frecuencia a su querencia. Es siempre ella un encuentro. Me dice: - ¿Qué tal? No olvides que "has elegido la mejor parte". Todas estas personas que andan en torno al servicio en el Albergue son una buena presencia de la Iglesia. Son "otra" Iglesia en la Iglesia, otro conducto umbilical del amor del Padre. No es la Iglesia que está bajo los focos de los proyectores. Ellas, esas gentes de Evangelio, son la presencia alargada de Jesús en el mundo de la marginación. 85

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