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Las 5 llagas del Señor Jueves: 21 Oct. 1993: e amino escopeteado por las calles. Hoy tenemos reunión de Comunidad en el convento, a las 10'30 de la mañana. Tengo, pues, que estar de vuelta a tiempo. Casi no levanto los ojos, atento delante para sortear y atajar. .. Arriba, por las azoteas inunda el sol con bravura. Abajo, por los suelos la prisa empuja sin educación. El Albergue parece en calma total. Como si hasta las paredes tuvieran sueño insatisfecho por los desvelos. La señora portuguesa, ya está detrás de la puerta con el "motor" encendido, y metida la "primera". Es un decir. La pobre está nerviosa y mira a un lado y otro, por si alguien abre. Lo veo tras la cristalera. Cuando toco el timbre aspea los brazos en urgencias, en idioma de manos, en voces de brazos. La verdad es que en ella, todo se reduce a un simple reflejo de ir a algún sitio, por la necesidad de trasladarse, de ir. Suele ir a cualquier esquina de encrucijada, sentarse en el suelo y abrir la mano sobre la rodilla, cara al cielo, aspirando limosna. También es engañosa la impresión de calma. Me cuentan que esta noche ha habido "movida". Una historia que se repite siempre en capítulos diferentes. Un señor, que cuando está sobrio todo camina en el mejor de los mundos. Incluso, aparece poco por el Albergue. Pero cuando atrapa una "cogorza" es un descarrila– miento total. Las escenas son de un rocambulismo suicida. Como esta noche pasada. Rompió la cristalera de la cocina. Intentó cortarse las venas. Se llenó de sangre escandalosa y manchó a los que acudieron a reducirle. Sangre con que decoró las paredes. Una de las Hermanas se dió un corte en las manos. El "cristalero" (es reincidente en el método) es fuerte como un mulo resabiado, como un mulo de artilleros de montaña, bajo los vapores etílicos. Y cuando "la coge" suele venir a desahogarla al Albergue. Casi siempre con el mismo final: llamar al Hospital para que envien una ambulancia a recogerlo y curarlo. Las Hermanas tienen miedo de que un día termine en tragedia. Hay algo en su psiquismo que se reequilibra en la compasión de los otros y en su autosufrimiento que se proporciona. El detonador es el alcohol. En muchas de estas personas, falta un equilibrio de compensación ya desde la infancia. O un buen regulador químico del neurovegetativo... Todo se reajusta por "explosión". 83
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