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P. Eusebio Villanueva Lunes: 11 Oct. 1993: ALBERGUE. Sta. SO– LEDAD TORRES ACOSTA M e aventuro en el día y en la calle, bajo una cerrada lluvia, con mi chubasquero y encapuchado. ¿Me mojaré? Pues sí. Me mojé hasta sentir las gotas en carrera de "fórmula 1" por mi espalda. Lección aprendida. El paraguas está para eso. Para parar aguas. Camino ligero y me acuerdo de mis años de tubero en Astilleros y haciendo cada amanecer este recorrido... "en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad", con sol y con lluvia, a la mañana y al atardecer... Un poco más mañanero (a las 6'30) y y más joven. Y con las campanas del idealismo a todo revoleo. Zumbando otros vientos en mi veleta. ¿Con las mismas ilusiones y gozos interiores? ¡Acaso no! Hoy veo más reposado, más con fe en Dios y en los hombres. Entonces estaba preocupado más por el "ser con" y hoy es por el "estar con". Entonces creía más en cambios estructurales como solución. Hoy más en el Reino que ya "está" pero "no es" todavía. En el camino me encuentro, como todos los días, con el señor que sale pronto a desayunar su "colacao-morapio". ¿En qué bar? Su querencia de años ya es Cimadevilla. Me dice al pasar: - "Tenga cuidado, Padre, no se ahogue con tanta agua... Sobra toda, hasta la del mar Siento aprecio por estas gentes sencillas, tan batidas de privaciones y silencios impotentes, tan resignadas de por vida, tan de "al día"... que ya ni el cielo les compadece su falta hasta de paraguas. Me place hasta el corazón de mi fe esta página de Madre Teresa de Calcuta. Perdón por transcribirla en su extensión y emoción: 68 "Necesitaba un techo para cobijar a los abandonados. Por eso me puse a buscar. Caminé y caminé sin parar, hasta que me encontré desfallecida. Entonces comprendí mejor el agotamiento de los pobres, siempre en busca de un poco de alimento, de remedio. De algo. iDe todo! Me asaltó el recuerdo de la seguridad material de la que había disfrutado en Loreto. Fué como una

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