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P. Eusebio Villanueva Yo me pregunto qué la puedo decir como esperanza cristiana aquí, en el camino del "valle de lágrimas" La otra Esperanza, la definitiva tendrá que metérse– la Dios por la resurrección, através de sus carnes y sus neuronas doloridas. Ahora recuerdo que el otro día -fiesta de S. Francisco- en la Misa, al coger su mano para el rezo del "Padrenuestro", la temblaba la mano. Nunca se la había cogido un sacerdote... Un día y otro luchamos para solucionar nuestros problemas personales, para que la vida tenga para nosotros salida, y tántas veces nos quedamos sin amor. Cómo me duele oir que el cristianismo es rezar, adquirir virtudes, salvarse... Cristianismo es AMAR, compartir la vida como la Eucaristía. Conexión de unos con otros en Dios y en la vida. Y esto es más difícil. Entramos al comedor. Es la hora de la cena: 8'30 de la tarde-noche. Y me dirijo a una de las mesas que se van ocupando - ¿Puedo cenar con vosotros? Me sonríen que sí. Y me siento junto a una señora... y siempre que contemplo su rostro viejo-aniñado pienso lo mismo: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" Me recuerda aquella otra del Evangelio a la que Jesús sonrió especialmente... No me llegó el arroz, pero sí las sopas de ajo y las salchichas a discreción. Repite quien lo desee, siempre. Recuerdo también mi primera comida en un albergue, allá en Avila, ... Al salir, en un rincón devolví hasta la respiración del local. Y, ahora veo, que yo era un desfondado, con los "reflejos" no asentados. Comen rápidos y enseguida al patio, que distribuye las direcciones. A la tele unos pocos. A la ducha otros y a la cama los más. ¡Buenas noches! ¡Hasta mañana! Alguien me dice: - "Padre, ¡que no se le haga larga la noche!" Preparo las cosas en el cuartito para la guardia de la noche y saco mi Biblia para meditar y preparar la Homilia del Dominso. La Biblia es toda una Biblioteca de la vida humana... A las 11 h. apago todas las luces del patio. Y a las 12'15 apago el televisor y cierro la Sala. Y empieza la vela en el silencio y la soledad. No siento gana ninguna de dormir. Me encuentro como muy despierto y con una gran lucidez mental, como muy abierto de espíritu. Con una gran paz y gozo interior. Por la calle pasan con sus ruidos los grupos que regresan de Gijón-noche hacia sus casas. Sin duda que son los adultos. La juventud discotequera pasará hacia las 4 de la madrugada, voceante y cantadora. Cuando a la 1'20 llaman a la puerta, es un joven alto, desgalichado y tristón de movimientos. Y viene con algunas copas de sobra, exigente y locuaz. Hablamos junto a la puerta, ya en el patio. En el fondo como tantos otros hermanos va por la vida con "100 años de soledad" en el corazón. Preparamos la cama y le dejo en los lavabos refrescar el "tinto-sidra". ¡Buen sueño! A las 2 en punto llega el coche de la Policía con un mendigo borracho y enormemente excitado. Le piden el carnet de identidad y arremete contra el poli a voces y blasfemias. Al fin logro que se siente en un banco del patio y despido a los municipales, que se van al servicio. ¡Pobre hombre!, parece haber sido parido así, gritón y sin pasado... Pero no, yo sé bien que él es también una historia, una vida malamada. Sigue voceando. Toda una hora para convencerlo. Imposible el aceptar dormir. Había sido llevado contra su voluntad. Y esto es muy importante. Despotrica contra la policía y me exige 66

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