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P. Eusebio Villanueva Releamos con ojos y corazón nuevos, frescos de fe, la Carta de San Pablo a los Filipenses (2, ó-11 ). Este es un pasaje que a los «marginados», cuando se lo he leído, les ha clavado la atención y ha provocado el diálogo... Es ahí donde se transparenta el rostro de Dios en la marginalidad. Y, através de los marginados y con todos los hombres encaminados, retorna al Padre. Este, deseo que sea mi camino: meterme ahí, sentirme ahí, vivir ahí, para ser y estar ENCAMI– NADO hacia el Padre. Ser, es salir hacia el «otro», acogerlo, compartir con él. Y esto se da en Dios Y desde El en nosotros. Es nuestra Historia Sagrada... Por eso, cuando uno se acerca a este lugar de Dios en los marginados -zonas de inhumanidad para ellos- uno se humaniza paulatinamente, casi sin darse cuenta. El hecho de salir de uno [Dios siempre busca sacarnos de nosotros mismos] y entrar en esa infrahumanidad produce humanización por reacción de fe. Y también lo anverso. Los que suben los peldaños de la «grandeza» social del poder, prestigio, fama, riqueza, ... etc... se deshumanizan por depresión. Lo más humano no se encuentra «arriba», sino abajo. Y no por lo que allí hay, sino por lo que uno desvive, pierde, se desgasta. Cuando nos aproximamos a los fondos de la humanidad en lugar de descubrir una ausencia de Dios, descubrimos que allí Dios nos sale al encuentro. Y, en la medida que asumimos la ayuda-servicio al «otro», asumimos nuestra postración ante Dios. Y seremos para el mundo marginal el rostro y la cercanía de Dios. Sus testigos de la Paternidad de Dios y de su amor predilecto por ellos. Es esta una de las fuerzas espirituales de San Francisco. No el paternalismo sociológico. Sino la Paternidad-Maternidad de Dios testimoniada, revivida en nosotros. Asumir los problemas del «otro», pero sobre todo poner el servicio fraterno hacia el otro. Donde lo importante no será la fría eficacia, sino el calor paterno-materno, creativo, que se entrega reconociendo la dignidad del marginado. Hasta transparen– tar al Padre y su amor a los marginados. Por la tarde hemos celebrado Misa de S. Francisco en el Albergue. Para los Residentes y el Voluntariado que allí presta servicios. Ha celebrado el jesuita P. Paco, responsable parroquial del Albergue. Buena asistencia de muchachos y muchachas, que animaron la Liturgia. Se habló de San Francisco de Asís, un poco a brochazos. Muy sabrosa la intervención de la Hermana Carmen... tan arrebatada del espíritu franciscano y del servicio... Asistieron un buen grupo de los «pensionis– tas» del Albergue. Ambiente fraterno. Pero poco adaptado al público en canciones y «buena noticia». Sobre todo tratándose de un San Francisco que tanta encarna– ción tuvo y pide en esta presencia... Fue mucho gozo. 56
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