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P. Eusebio Villanueva hipocresía es una falsa manera de vivir sin discusiones y con cinismo. Así la política desciende de los «cielos» como una dádiva, en lugar de emerger como un «geiser» del cuerpo social, de sus problemas y de sus debilidades. Y todos queriendo mamar de dos pechos exhaustos: la industria y la banca. Llaman a la puerta de entrada y salgo a abrir. Un joven que me ruega le deje entrar a afeitarse y ducharse. No desea quedarse. Le digo que sí y se va a un coche donde le espera un compañero. Recoge su bolsa de aseo. Una hora después sale de los lavabos con palabras agradecidas y una palmada en el hombro, por la prestación cordial. Es simple y elemental dejar llegar a la valoración propia de su dignidad. La dignidad es la riqueza del que no posee nada. Ayudar a que el otro se sienta persona y digna, presentable ante los demás. Sentirse bien en su piel. No olerse mal ni espiar la mirada y gestos de los demás junto a él. Acercarlos a los otros socialmente. Hay algo que la simple limosna no puede llenar ni borrar ni devolver. Me decía un mendigo en la calle, a quien invité a ir al Albergue a comer: - «Y ¿allí dan algo? Porque no le dan a uno ni una sed de agua por estas calles» ... En la limosna piden «algo más», una mirada humana, un gesto de comprensión o al menos de respeto, una escucha. Les llamaban los viejos cristianos de anteayer mismo los «por-dioseros», los que pedían «por-Dios», los «pedidores-de-Dios». Toda una alta teología de «encarnación». Doy ¡gracias! a Dios porque me ha hecho encontrar y servir en este Albergue. Y, sobre todo, porque me ayuda a ver su rostro y su presencia en estos pobres, que tánto me cuesta através de los ojos mostrencos de mi cara... que sólo ven geometrías y coloraciones sociales y personales. Sí, el amor es ese «mundo» en el mundo. ¡Gracias, mi Señor Jesús, por hacérmelo, al menos, comprender! ... Así la calma y el silencio en la lluvia tenaz, sañuda, parece querer lavar todo lo desagradable de la tierra. Como si la negra y húmeda noche pudiera limpiar la ciudad del mismo modo que limpia el océano. Luego empiezo a preparar la Homilía que mañana-hoy predicaré en la parroquia a gentes -también rostros de Cristo bien olorosos y descansados- que se acercan a la «lluvia» y vida del Cristo-Pan-Eucaristía... Qué cierto es que para que los pobres te tomen en serio tienes que parecerte a ellos en la austeridad y estilo de ser y estar. Y para que los «ricos» de saber y tener te tomen en serio tienes que no parecerte a ellos en sus afanes y orgullos.Teniendo en cuenta que muchas cosas «no son» como son, sino como las «ve» la gente. San Francisco de Asís -mañana es su fiesta- me dice que sólo desde ese mundo de los pobres se puede comprender el corazón mendigo de Dios... que vino a poner su tienda -lo provisional- en los campos y caminos del hombre en esta tierra. Al fin y al cabo esto pretende este Albergue con su programa de «ACOGER-CUIDAR– CONFORTAR», sus 3 Virtudes Bioteologales... A las 2 h. de la mañana alguien llama repetidamente en la portería. Allá voy precipitadamente con mi linterna. ¡La casa es suya!, pase. Un tipo alto, chopuno, descuidadamente vestido. Una lástima de hermano. Tiene rostro de venir de un penal. Se queja de sueño, de hambre y de frío. Está delgadísimo y como alunado de coca. Dice tener todo el hambre del mundo. Un hambre que parece venirle de atrás, de muy atrás, tal vez de la mujer sin senos que lo alumbró. Siento pena de él 52

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