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Las 5 llagas del Señor más que nunca un testimonio como el de San Francisco en su época: armonía, austeridad que comparte, Paz, amor a la Naturaleza y al Hombre, fraternidad en servicio» ... Esto llueve sobre mojado, pero sin que esa «tierra» acabe de «empaparse». Porque ya Pío XII en 1948, invitaba a los franciscanos a ir «a los campos, a las oficinas, a las fábricas, a los hospitales, a las cárceles, en medio de las casas de los trabajadores, haciéndose hermanos de los hermanos, uniendo su propio sudor con el de los otros operarios» ... Y 20 años más tarde, en Octubre de 1968, Pablo VI insistía con energía en ese llamamiento a los Capuchinos: «Nos hemos preguntado con frecuencia cómo los hijos de San Francisco no están todo lo presentes que convendría que estuviesen en medio de las masas trabajadoras, con su palabra popular, con su vocación, participando en el pan sudado por la gente humilde y con su capacidad de hacer florecer la alegría y la esperanza sobre las espinas de la vida» ... San Francisco comprendió que el discípulo de Jesús no debía huir las ciudades y las aldeas, juzgadas perniciosas por San Bernardo. Todo lo contrario, elegirlas como lugar donde vivir el Evangelio. El se agrupa a los hermanos que el Señor le da creando la Orden de los Hermanos Menores. Sociológicamente diríamos hoy «los Pequeños Hermanos». Pequeños, porque Francisco quiere con sus hermanos no poseer nada, no construir opulentos o grandes conventos, vivir pobres entre los pobres y los marginados de aquella nueva sociedad, emplearse en los «talleres» o granjas, allí donde los hombres sufran y busquen un sentido a su destino Francisco no había muerto cuando la Iglesia ya tomó en sus manos la nueva Orden. Y... La Historia es lo que fue. Y hay que aceptarla -llorándola acaso y sin acaso- pero aceptando. Ochocientos años después, Francisco sigue fascinando los espíritus que a él se acercan... Cuando hablan de él, los historiadores se llenan de ternura. Georges Duby escribe esto -que a él le compete-: «Francisco no combate la herejía por la espada ni por la razón, sino por un ímpetu del corazón, y por la vida que él lleva. El entregó, mejor que ningún otro, el Evangelio presente en este mundo en toda su simplicidad... Este hombre fue, después de Cristo, el gran héroe de la historia cristiana, y se puede decir sin exagerar que lo que queda hoy de cristianismo viviente viene directamente de él». Son afirmaciones de un entusiasmado de Francisco... Pero llevan mucho contenido de verdad ... Nosotros, los franciscanos de hoy, somos «otra cosa» y en otros tiempos ... No me gusta mirar hacia atrás, eso lo hacen los jubilados de la vida. Y nosotros tenemos que mirar hacia adelante para evitar rompernos el bautismo; y porque eso es el Evangelio: mirar hacia adelante. Y esa es la llamada que Dios nos hace... Ahora bien, el «hijo» es la memoria, la profecía, de sus padres a la que suma, adiciona, un nuevo ser, él. .. ¿Nos sumamos, nos adicionamos, nosotros a Francis– co? Cierto, San Francisco es él solo, irrepetible... Celebramos la Misa en el Módulo 5º... Una celebración cargada de mucha emotividad. Al llegar nos encontramos con una señora recién ingresada (de la tarde anterior) con una depresión y una llantina total. Estaba asustada, agotada de lágrimas y de reservas interiores. La llevamos a la celebración y después de una hora se calmó. El Grupo de Pastoral funcionó bien y muy eficaz, pocos pero fabulosos. Luego nos dividimos, unos al módulo 4 y otros a Enfermería. 359
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