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P. Eusebio Villanueva Sábado-Domingo: 26-27 Febr.1994: GUAR... DIA DE NOCHE EN EL ALBERGUE e on tantas personas perdidas, llorar por las cosas sería como faltarle el respeto al dolor... Nuestra sociedad engendra olvidos, soledades, desapariciones y gentes perdidas para los demás. Los busca la policía o cualquier programa de televisión o se buscan a sí mismas. De Dios no nos podemos perder, porque nos lleva en las niñas de sus ojos de Padre. Yo camino en la tarde, llena de viento y cubierta de nubarrón negro, hacia el Albergue Covadonga. Voy reflexionando en estas vivencias, que son ya memoria en los cromosomas. Camino con la pena descomprimida extendiéndose hasta el horizonte. Acogiéndome a la repetición solitaria de las grandes palabras cristianas. Veo este país, que ha abierto tienda de lamentaciones y despojos por todas las cosas de su consumismo que sufren amenaza o privación... Pequeña y mediana empresa que está sudando ya sus últimas aguas económicas. Y obreros con la amenaza del «paro», los riesgos del desempleo, clima laboral tenso, al borde de todas las úlceras y a pique de asistir cualquier día al definitivo «apaga y vámonos» ... Gentes perdidas por estas ciudades hormigueros, donde los hombres son hechos y deshechos por los medios poderosos de la dominación, magreados, moldeados, formados y deformados por ideologías y planes, como ocurre con las piedras de los ríos turbulentos... Y además los valores de la Fe y de la vida social fuertemente en crisis. Y la sociedad está sufriendo por ello. La natalidad ha bajado muchos números. Los recursos presupuestarios están causando problemas y sobre todo alarmas. El sistema de pensiones para un futuro relativamente próximo tendrá que reestructu– rarse para ser viable y eficaz... Todo ello unido a los que se quedaron sin el pan y sin la herramienta. La Iglesia tiene un deber de ayudar a encontrar el camino justo y de hoy para con esta sociedad y para con estos hombres que la componen ... También dentro de ella han llegado crisis en viejas seguridades. Pero Ella tiene la fuerza dentro de sí, el Espíritu. Y hoy la toma de conciencia en los Laicos cristianos de su imprescindible sostén en la marcha de esta Iglesia que somos todos. Nuevos planteamientos 354

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