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Las 5 llagas del Señor Jueves-Viernes: 24-25 Febr. 1994: ALBERGUE V ivimos en un mundo muy pequeño y muy atestado. Y en una iglesia de cristianos que necesitan cosas y las quieren antes de ir al cielo... Todo nos parece poco y a todo creemos tener derecho... Como la vida es difícil, buscamos el proteccionismo. Queremos seguridades y rehuimos las responsabilidades. Un mundo de derechos y una vida sin deberes, o los menos posibles... El Albergue es en pequeño, un reflejo de la sociedad floja, haragana y acostumbrada al paternalismo providente del Estado. Y ser hombre y mujer cabales es tener seguridades de autosuficiencia y responsabilidades personales, de bastar– se a sí mismos. Es lo opuesto a un parásito, a un chupón que todo lo espera dado, que se hagan cargo de uno... Llegan personas al Albergue con este mal parasitario, exigiendo que todo les sea dado y servido, sin contrapartida de respeto y servicio a los demás. Esperan y exigen que se les resuelva todo desde arriba y con papeleo y sellos. Dejarse vivir, en lugar de luchar por vivir. Es una buena parte de su pobreza esa dimisión de la vida, esa renuncia a gestionar su propia vida, de ser dueño de ella responsablemen– te. El Albergue les exige un esfuerzo de recuperación, de hacerse cargo de su vivir y una colaboración en los servicios medico-asistenciales y demás circunstancias de la vida ciudadana digna. Intenta ayudarlos a asumir su propia vida, asumir las exigencias de una vida de convivencia, a asumir su familia y en lo posible su futuro, en el tanto por ciento de empeño que sea necesario y en ellos gradualmente posible... Ayuda a tomar conciencia de la propia dignidad de persona. A flotar y no hundirse. No quiere el Albergue convertirse en un pozo más o menos cómodo... Ya he comentado esto en fechas de más arriba... En la vida social estamos padeciendo fuertemente estas situaciones adolescen– tes, inmaduras y desmovilizadoras. Basta escuchar las críticas a los gobiernos para comprender que mucha gente «delega» derechos y obligaciones en un paternalismo de arriba, ese proteccionismo de albergue social. Gusta a mucha gente un régimen de «guardería», que infantiliza, pero en el que se sienten seguros en lo que hay que hacer, en lo que hay que pensar y en lo que hay que vivir. Mirando a ese finisterre de horizonte que es el régimen tutelar. Todo menos asumir el propio destino... 351

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