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Las 5 llagas del Señor Una reflexión, que cierto día se hacía uno de la recogida de basuras en la alta noche y en una de nuestras ciudades, me viene al recuerdo. «Nosotros no contamos para nada en la sociedad. Nunca leí nada sobre nosotros los «recogedo– res de basuras», nada sobre nuestra vida, sobre nuestros problemas hasta esta mañana... mira, está escrito en una revistilla de curas, de una parroquia» ... Yo me imagino que este señor de la «recogida» no se precipitó a la Misa el Domingo siguiente. Pero afirmó que, al menos, ha sido «preevangelizado». Es decir, más dispuesto a escuchar y acoger la Buena Noticia. Algunos prejuicios han caído a partir de esa lectura simpática «en la revistilla de los curas» ... que ha sabido verlos y valorarlos públicamente y desde la fe también. Con esas «hojitas» o revistillas parroquiales tenemos una ocasión digna y oportuna para una pre-evangelización. Ciertamente dar cuenta, relevar, «ver» la manifestación de una modesta asociación del entorno... poner en valor gestos de personas apenas conocidas... aplaudir una realización comunal o asociativa... reconocer las mejoras incluso modestas de servicios a la vida de las personas, etc... es transmitir, ofrecer, la imagen de una Iglesia local acogedora a la humilde vida de cada día... Es también evangelizar. Y todo el tiempo y energías empleados en «ver» y en «oír» la «verdadera» comunicación que nos quieren transmitir en gestos o palabras las personas humildes o sabias, es entrega a la evangelización. Y el transmitir o distribuir esos medios de valorar, ver, y hacer existir a los otros por la palabra hablada o escrita es evangelización, es misionera... En una sociedad masificadora de los pobres, de los humildes, de los que cuentan poco o nada, la Iglesia debe personalizar. Se habla mucho de nuevos ministerios. ¿Y si metiéramos más en valor y como compromiso y «misión» este antiguo y siempre nuevo ministerio: difundir la palabra y la prensa de la Buena Noticia? ¿ Y si la Iglesia tuviese siempre y más «ojos de Madre» para ver y valorar la vida corriente y las esperanzas chiquitas de los hijos pobres, pequeños y en el dolor? Sin duda que la haríamos más Madre y nos haría sentirnos más hijos y más hermanos. Y de ello andamos todos necesi– tados... El trabajo en el Albergue es de preevangelización, de formación, de vivir en cristiano. Ese trabajo se hace con detalle. Por eso es siempre exigente en paciencia. No vale sólo pensar en sentido de convivencia, de educación o de higiene. Esta la tiene el que la recibió y no la perdió con tantas otras cosas... La tiene el que ha bajado escalones por paro, por enfermedad, porque las cosas vinieron mal dadas en la vida familiar... Pero lo corriente entre los alberguistas es otra filosofía: «cada uno para si», «el que venga detrás que arree», «yo paso» que me sirvan», «lo que hacen por mí, yo no lo pido, luego me lo deben» ... Este cortocircuito, que conecta con otros «cortacircuitos», hay que romperlos sino se convierten en espiral. Es el trabajo del Voluntariado cuando se hace con amor y en gratuidad alegre. Sólo así se transmite «otra cosa» diferente de lo que aparece. Lo demás les suena a «rollo» ... Dice Paul Nizan: no hay ninguna gran obra que no sea una acusación del mundo». Yo añadiría: y que no sea manifestación de amor gratuito. En todo caso siempre será mejor enseñar las manos abiertas para convencer, que descargar el puño para remachar... Hoy sorprendí la fabulosa expresión de un joven drogata a otro, ambos transeuntes: 349

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