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Las 5 llagas del Señor Unos, por el camino de la superficialidad y en vano, tratan de ahogar el dolor en la búsqueda permanente del placer, de todo placer o que lo parezca, como la droga. Y «el que no lo alcance, que se separa suficientemente para no molestar a los demás, y que se pegue un tiro» ... Tampoco sirve el pasotismo... porque nada soluciona. Otros, más honrados consigo mismos derivan hacia una filosofía amarga de la nada y el absurdo. Su conclusión más auténtica es el suicidio, como única liberación del dolor y de la muerte. Tampoco los cristianos tenemos unas respuestas humanas. Sólo acudiendo a la Fe, a Dios, como respuesta al hombre. Cierto que eso es parte, y la más importante, de nuestra dimensión humana. Pero sólo es «válida» para el que viva esa dimensión de Fe. Jesús es nuestra respuesta de Dios, con su vida. El obró la RENDICION por el AMOR, pero en el dolor. El es el «Varón de Dolores». Es el Cristo pero crucificado: a causa de... y por amor de nosotros doloridos. Cuando hablo de la prisión de es Cristo-Dios detenido y torturado y juzgado y condenado y ejecutado... los internos lo sienten rápidamente y conectan enseguida... Y es que esta es la razón profunda en la Fe para un cristiano: Dios ha querido sufrir conmigo y por mi. Esto me basta para aceptar el sentido y el valor del sufrimiento. Dios lo participa y lo convate con el amor. Y yo me fío de El y de sus razones contra el mal. Y el sufrimiento es un mal. .. En nosotros va otra parte de la repuesta, viene de nosotros: nuestra limitación de creaturas, nuestra miseria... y nuestro pecado. La muerte, las limitaciones y los sufrimientos vienen de la naturaleza contingente y temporal del hombre y de la perversión y desorden del pecado. Pero el hombre no es, está llamado a no ser, un ser pasivo, que soporta el dolor. Es creador y transformador hasta de los efectos del dolor. Es el valor eficaz de purifi– cación, de construcción de la persona, de maduración humana y de «santificación», perfección por el dolor. Su valor «redentor» en lo natural y en lo sobrenatural. Es ofrenda y sacrificio, en la relación humana y con la divinidad. Es comunión y entrega en esas dos dimensiones... Cristo nos ha marcado con su signo de la cruz, con la que nosotros le marcamos a El. Por eso y en eso «le completamos» en lo que falta a su «pasión» por el hombre... Unidos a El en la Iglesia y a toda la Creación «en sus dolores de parto» ... Cubriendo ese «deficit» misterioso, que el dolor de Dios dejó para la colaboración personal de sus miembros... Esto no son razones para explicarlo, sino motivos para aceptarlos con una visión positiva y motivadora... Y esta es mi visión teológica del Hospital: lugar de «sanación» nuestra y de la salvación de Dios. Calvario y Cenáculo. Llamada a la vida y acogida a través de la muerte. Casa del dolor, por que casa del Amor. Donde lo que termina, empieza. Donde todo está de ida hasta la meta, que también es ida. «Estar de vuelta» es no haber ido a ningún lado. El amor es caminar hasta llegar al Amor... En el Hospital, en el dolor Dios está «de Oficio», de «tarea divina», de «cuerpo presente» y de «divinidad encarnada» ... - «Esa tu fe -me decía un amigo no creyente- es el «veremos dice el ciego» ... Y como a ninguno le quitaron la venda de los ojos y pasaron por el mundo dándose de topetazos y se quedaron en el «veremos» ... aquí ni cenamos ni se muere la abuela» ... - Sí, amigo, con los ojos mostrencos de la cara, sí somos cegatos y andamos a toqueteas y a topetazos, como todos... Pero con los ojos de la Fe alcanzamos altura de ágila de cara al sol. .. La Fe es luz que ve y luz que 345

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